jueves, 22 de enero de 2015

La azafata gorda.

“Tú aún no sabes de qué va el mundo”
H. M.


Y entonces ella vino y comenzó a hablar de su trabajo. Dijo que era azafata, que volaba semana por medio y que era un buen trabajo. Beneficios, viajes… ya sabes… esas cosas. Me refiero a que describía lugares, contaba anécdotas, explicaba detalles de los procedimientos… Pero claro, el punto es que mientras ella lo decía nosotros veíamos que era gorda. No gorda así, anchita… era gorda gorda. Gorda mal. Y entonces, aunque el discurso fuera de lo más lógico había algo que no encajaba. Es decir, ella contaba su historia, pero la veíamos esforzarse en dar un par de pasos y entonces nosotros calculábamos si ella cabía o no por los pasillos de un avión. No lo hacíamos de burla… no creas. Lo que pasa es que era gorda de esas que no ves ni en la calle… Si la hubieses visto entenderías. Y bueno… seguimos escuchando, pero de vez en cuando nos mirábamos y sabíamos que había ahí algo equivocado… O sea, si cerrabas los ojos todo era lógico… O si le quitabas 70 u 80 kilos, todo podía ser cierto, pero así, con la evidencia, no encajaba… Entonces ella volvía y seguía hablando sobre sus viajes… y explicaba que ver el mundo era en realidad recorrerlo… que había una sensación extraña luego que le habías dado un par de vueltas… como que volvías sobre ti mismo de una manera distinta, creo que dijo... Y es que si no hubiese estado lo de su gordura me hubiese interesado más en sus palabras, pero dada la situación apenas podía escuchar lo que decía. Ella reflexionaba entonces, según recuerdo, sobre mirar el mundo, desde fuera, y explicaba que desde su rol de azafata el mundo era otra cosa… y aunque ellos llegaran a esos lugares del mundo, ella, desde su rol, seguía estando fuera… Algo así decía, según recuerdo. El problema fue que entonces, ante nuestro silencio, ella empezó como a molestarse… O sea, nosotros tratábamos de disimular nuestra incredulidad, pero tal vez se notaba… y es que era una situación que se volvió hasta agresiva… Fue como si nos comenzara a tratar como inferiores… Ustedes no van a entender, porque ni siquiera saben de qué va el mundo, creo que dijo… Fue así el final de la conversación, más o menos. No nos echó de la casa, ni nada de eso, pero la situación fue igualmente molesta… El punto es que nos fuimos, igualmente. Bajamos de su departamento y ni siquiera nos miramos. La situación, recuerdo, seguía siendo incómoda, incluso para nosotros… Tanto así que no recuerdo, por ejemplo, que habláramos del tema. De hecho, ni siquiera comentamos lo absurdo o extraño de la situación, con el tiempo... Con todo, trato de dejar un pequeño espacio para creer que su historia es cierta y que en este mismo momento ella puede estar sobrevolándonos, como azafata. De ser así, supongo que debiese reconsiderar su apreciación respecto a no saber de qué va el mundo... Quizá tú no vas a entender porque no la viste, claro, y mi historia debe sonar sin sentido alguno. Yo te confieso que tampoco entiendo, en todo caso, pero no comprendo de una forma distinta… Todo es raro, no crees… Todo. 

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