Nos quedamos a dormir en un pequeño galpón que
alguna vez fue parte de una iglesia. Al parecer, la iglesia la cerraron por
encontrar al párroco teniendo sexo con una oveja. La oveja, por cierto, vive hoy
en día en las afueras de este galpón. En el pueblo quedan apenas como cuarenta
personas y ninguna en edad de tener hijos. Tienen una especie de sede social
con un dominó, un ajedrez, un mazo de naipes españoles y aproximadamente veinte
libros. La mayoría de los libros son clásicos y han sido sacados por casi todos
los habitantes del pueblo. Así –según el listado, al menos-, todos en el pueblo
habrían leído La Odisea. Por la
tarde, nos reunimos unos doce en la sede social. Nos prestan la baraja de
naipes, pero nos advierten que falta el siete de oros. Como supieron que soy
profe de lenguaje y el mar está picado como para regresar, me dicen que
aprovechemos el tiempo y les haga una prueba sobre uno de esos libros. Yo elijo,
justamente, La Odisea. Ellos aceptan
la elección. Una hora después, aproximadamente, son más de veinte las personas
que han llegado a la sede. Todas con un lápiz y una hoja. Yo intento hacerles
hablar sobre el libro, pero me exigen una prueba. Todos sabemos escribir, me dicen, ofendidos. Les dicto unas
preguntas. Ellos las anotan. Luego contestan. Sorprendo a tres copiando, pero
no les digo nada. Uno me pide consultar el libro. Luego otros más se suman a la
petición. Finalmente, acordamos que entregaran mejor las pruebas mañana, antes
del almuerzo. Yo me comprometí, asimismo, a revisarlas para la tarde. Todos
quieren tener la nota y se muestran alegres. Por la noche traen chicha y tocan
unas cuecas. Varios me hablan sobre Edipo rey, Ana Karenina y Madame Bovary. Me
hablan de ellos como si fuesen personajes del pueblo, me refiero. Finalmente, comienzan
a irse a sus casas. Mi hijo se durmió temprano hoy. Yo me quedo escribiendo
este texto. Como el galpón quedó entreabierto y está lloviendo, la oveja entró
y mira desde un costado, de reojo. Yo no le doy esperanzas. Tomo La Odisea para recordar algunos detalles
de la historia. Poseidón se agita en la distancia y yo le pido que nos deje
partir mañana. No hay Ítaca ni Penélope, pero se lo pido de igual modo. Ahora
intento buscar una señal, para publicar estas palabras.
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