Entre los antiguos proyectos soviéticos para
mejorar la producción me encuentro con uno que llama inmediatamente mi atención,
y cuya traducción más fiel sería “Mujeres que aman a las vacas”.
El proyecto se basa en algunos estudios (no
especificados) que revelarían un alza cualitativa y cuantitativa en la
producción de leche de aquellas vacas que “son amadas” por la mujer que la
ordeña o que se encarga de su “mantenimiento”.
A partir de esto, el proyecto busca reclutar y
poner al servicio de la nación a distintas mujeres
que amen a las vacas, cuyas cualidades sean previstas a partir de una
selección basada en la observación de sus costumbres y en el trato que tendrían
hacia aquellos animales.
Sin embargo, más allá de estas primeras
consideraciones, el proyecto deja cabida a algunas observaciones que podríamos
denominar poético burocráticas y que
hacen hincapié en la necesidad de entregar “fundamentos” a la mujer rusa, para
que esta sea capaz de transformarse en una amadora
de vacas.
Y es que las amadoras
de vacas, hace notar el escrito, no suelen amar exclusivamente a las vacas,
sino que desarrollan una capacidad de amar general que puede manifestarse
también de otras formas “que quizá entrañen nuevas posibilidades de producción
y mejoras para la vida diaria de la nación”.
De esta forma, concluye el escrito, “es necesario reflexionar
respecto a las maneras en que podría fomentarse la creación de mujeres amadoras y planificar
estrategias para que este tipo de mujeres proliferen en la nación y la
transformen en un lugar próspero y lleno de nuevas y vigorosas esperanzas”.
*Extraído de los anexos de los planes
quinquenales organizados
por la Gosplán para la economía nacional
de la URSS (1933).
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