jueves, 12 de junio de 2014

"El ser del espíritu es un hueso".



El título de esta entrada es una frase de Hegel.

No voy a hablar, sin embargo, de esa frase.

En cambio, voy a recordar una vez que me llevó un camión que transportaba huesos.

Toneladas de huesos.

Los llevaba a una fábrica de productos comestibles y los recogía desde un matadero.

Eran huesos de bovinos, claro.

Semiprocesados.

Esa vez, el chofer del camión se detuvo y me avanzó unos cien kilómetros en una carretera, en el sur.

Y claro, como me vio cargar con un libro de filosofía –creo que era El ser y la nada-, me comentó, a propósito de su propia carga, la frase de Hegel.

Aunque claro, reitero que no voy a hablar aquí de esa frase.

Así, me limito a contar que el chofer, también me habló de máquinas, aquella vez.

Incluso, mezclando temas, señaló que la filosofía tradicional, no era sino una máquina de moler supersticiones.

Todo son máquinas, si lo piensas, me dijo.

Máquinas de moler.

Entonces, comenzó a hablar sobre una serie de instituciones, definiéndolas, apresuradamente, como máquinas de moler distintas sustancias o experiencias.

Una de ellas –lo recuerdo porque lo anoté en un papel, dentro del libro de Sartre-, decía que la religión era, en definitiva, la verdadera máquina de moler carne.

Y claro, fue en esa misma hoja donde anoté la frase de Hegel.

Aunque claro… no voy a hablar aquí, de aquella frase.

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