“Hay que aniquilar el espíritu de César,
pero sin derramar sangre”.
Ch.
8.
Elige.
Destruye todo o no toques nada.
No hay más opciones.
7.
Encuentras un muñeco bajo las gradas.
Descoses sus costuras.
Observas el relleno.
Descubres algo familiar en su rostro.
6.
Los caballos ya se han ido.
Va a llover.
Los encierran en caballerizas como sueños no cumplidos.
Ellos dicen que los resguardan.
5.
Observas al caballo que ganó.
Observas el caballo que perdió.
Sus rostros son similares.
Ninguno conoce el número que lleva.
Ninguno sabe si gano o perdió, finalmente.
Esto también lo dices por nosotros.
4.
Te acercas a la ventanilla para hacer tus apuestas.
Apuestas menores, por supuesto, casi insignificantes.
Apenas lo suficiente para hacer latir tu corazón un poco más aprisa.
El corazón es prácticamente imperceptible, mientras late normalmente.
3.
Recoges los restos de los vasos y secas el suelo.
También revisas las piezas de la máquina que intentaste arreglar.
Por no romper más cosas vas hasta el hipódromo.
Y es que relaja ver los caballos corriendo hacia una raya imaginaria.
2.
Wingarden tenía dos caballos en México.
Dos caballos pintos.
En una de sus cartas señala que acostumbra montar los dos, al mismo
tiempo.
Yo intento imaginar como lo hacía.
A veces imagino por horas.
Cuando imagino, sin embargo, me olvido de mí mismo.
1.
Elige.
Destruye todo o no toques nada.
No hay más opciones.
Destruyo todo. Saludos.
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