domingo, 1 de junio de 2014

Hablar en clave.

“Lo que Tarquino el Soberbio
daba a entender con las amapolas
de su jardín, su hijo lo comprendió,
pero no el mensajero”



Todos hablan en clave.

Todos.

Lo que pasa es que jugamos a olvidarnos.

A pasar por alto ese detalle.

A hacernos los hueones, en definitiva.

Así, sucede que dejamos la mitad en el plato.

O nos vamos sin recibir el vuelto.

Y hasta pensamos que el amor es la salvación de la vida, y del lenguaje.

Pero claro… olvidamos que todos hablan en clave.

Todos.

Y hasta gastamos el tiempo en discutir si aquello es o no es cierto.

Gastamos el tiempo, decía.

Entonces, por olvidarnos, ocurre que el corazón se transforma en cerveza tibia.

Y las palabras se  vuelven cerveza tibia.

Y el mundo entero, incluso, se transforma en un gran charco de cerveza tibia.


Puede usted pensar distinto, por supuesto.

Y hasta puede que yo esté hablando de otra cosa.

Pero de una forma extraña debo tener razón, en algún sitio.


Y es que todos hablan en clave, decía.

Todos.

Y lo intentas olvidar y hasta a veces lo olvidas.

Y claro: recoges flores, y tomas una mano y observas lo hermoso del mundo…

Vuelves a hacerlo, me refiero.

¿Pero sabes…?

Ocurre que muerdes tu propia lengua, cuando sueñas.

...

Tómalo si quieres como una clave.

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