Como el cuadro le gustaba, la señora M., tía de un
amigo, le pidió a su sobrino que se lo llevara al dormitorio y lo colgara
frente a la cama, en la que ella permanecía desde hacía unas semanas.
Fue entonces que mi amigo me llamó para que fuese hasta
la casa de su tía para ayudarle a mover y colgar la pintura, que por cierto tenía
un marco pesadísimo y que medía no menos de metro y medio de alto.
Se trataba de un óleo que representaba a dos
ángeles, aparentemente entre nubes, subiendo por una escalera dorada.
Todo salió bien esa vez, según recuerdo, y salvo
unos pequeños inconvenientes con los soportes del cuadro y la mala salud de su
tía, hasta podría decir que fue una visita agradable.
Quizá por eso, me extrañó que mi amigo, días
después, me llamase con un tono afligido para pedirme un nuevo favor en relación
a su tía y la pintura de los ángeles.
-¿Podís acompañarme donde mi tía? –me dijo-. Ahora
quiere sacar el cuadro.
Intenté decir que no, pero al final acepté, no muy
entusiasmado.
Por el camino, me contó que su tía alegaba que no
eran ángeles. Que si lo eran podían volar, y no tenían necesidad de subir una
escalera, aunque fuese dorada. Po lo mismo, estaba muy nerviosa y se sentía
amenazaba por esas figuras falsas, demoníacas quizá, que estaban intentando
infiltrarse de mala forma en algún sitio.
Nos reímos de aquellas ocurrencias hasta que
llegamos a lugar.
Entonces, de golpe, vimos la ambulancia frente a la
casa, con las sirenas apagadas.
Recuerdo que el chofer del vehículo miraba en
una tele pequeña un partido de fútbol en que Chile empataba cero a cero.
También llovía un poquito, parece.
No está claro que los angeles tengan alas.
ResponderEliminarEsa idea está tomada de la representación los mitos, de la apariencia de Cupido.
¿Qué ángeles?
ResponderEliminar¿Qué alas?