miércoles, 28 de mayo de 2014

No Penélope.


Sin introducción, me dijo. Solo diles que destejo. Que ya no espero. Diles que busqué sus sweaters. Que no los rompí. Que destejo con cuidado. Dales a entender que solo eso soy yo. La que desteje. No te detengas en cosas superfluas. Nada de sensaciones afectadas ni añoranzas eternas. No te busques problemas. Físicamente, por ejemplo, descríbeme como quieras. Ahorra fuerzas. Piensa que no vale la pena detenerse en aquello. Piensa que digas lo que digas no es cierto. Siempre es así. Después de todo, lo único levemente cercano a la verdad es generar dudas. En ese sentido, has que se pregunten qué destejo. Qué destejo realmente. Dales indicios para que vean más allá del sweater. Más allá de las bufandas. No debe ser algo tan difícil. Es cuestión de ordenar palabras, nada más. Luego confundir es fácil. Deja que confundan los ecos con las voces. Que se den cuenta solos que también destejí significados. Que desarmé su ropa, nombre y hasta sus recuerdos.  Que destejí los hechos. Que desamarré los barcos. Diles que siempre estuvo en puerto, pero yo destejí el día de llegada. Diles que lo retrasé porque quería desenredar todo aquello que no era yo. Recalca que no soy Penélope. Destaca que un primer paso para saber quién eres es destejer tu propio nombre. Si quieres hasta ponlo como título, para que se entienda. Por último, desteje tu voz. Y deja simplemente, que las palabras floten dispersas, sobre el agua.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales