domingo, 25 de mayo de 2014

Disparar en todas direcciones.



Si vas a disparar, me dijo, dispara en todas direcciones. Puede que sobrevivas de esa forma.

Yo estaba en un restaurant barato, pidiendo el plato del día.

Creo que eran tallarines con albóndigas, o algo así, sencillo.

Fue entonces que él se acercó desde una mesa vecina y me dijo aquella frase.

Luego dejó una bolsa de género sobre la mesa, y se fue del lugar.

Ni siquiera me fijé como era el hombre.

Justo entonces trajeron el plato del día y yo debí bajar la bolsa que había dejado el tipo.

La bolsa estaba pesada y percibí en ella un objeto duro, de metal.

La dejé junto a mis piernas.

Comí.

No recuerdo el sabor de lo que comí, pero estaba bien.

O sea, era el plato del día nada más.

Me refiero a que da lo mismo cuál sea el plato del día, mientras sea del día. Soy feliz con eso.

Miré a las otras personas del local.

Dos mujeres con bolsas.

Un viejo solo.

Un escolar y su padre.

Dos garzones a la vista.

Tomé la bolsa y metí la mano sin que nadie lo notara.

Ni siquiera intenté juzgarlos.

Pedí la cuenta y guardé un trozo de pan en mi bolsillo.

Todos ignoraban lo iba a suceder.

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