Si vas a disparar, me dijo, dispara en todas direcciones. Puede que
sobrevivas de esa forma.
Yo estaba en un restaurant barato, pidiendo el plato del día.
Creo que eran tallarines con albóndigas, o algo así, sencillo.
Fue entonces que él se acercó desde una mesa vecina y me dijo aquella
frase.
Luego dejó una bolsa de género sobre la mesa, y se fue del lugar.
Ni siquiera me fijé como era el hombre.
Justo entonces trajeron el plato del día y yo debí bajar la bolsa que
había dejado el tipo.
La bolsa estaba pesada y percibí en ella un objeto duro, de metal.
La dejé junto a mis piernas.
Comí.
No recuerdo el sabor de lo que comí, pero estaba bien.
O sea, era el plato del día nada más.
Me refiero a que da lo mismo cuál sea el plato del día, mientras sea
del día. Soy feliz con eso.
Miré a las otras personas del local.
Dos mujeres con bolsas.
Un viejo solo.
Un escolar y su padre.
Dos garzones a la vista.
Tomé la bolsa y metí la mano sin que nadie lo notara.
Ni siquiera intenté juzgarlos.
Pedí la cuenta y guardé un trozo de pan en mi bolsillo.
Todos ignoraban lo iba a suceder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario