Una empresa china anuncia la creación de globos
irrompibles.
Al parecer se trata de cierta aleación entre
plástico, un tipo de goma y otra sustancia derivada del petróleo, no muy tóxica.
La noticia sale en una revista de fin de semana,
mientras tomo desayuno.
Según leo, la gracia principal del material es su
maleabilidad y la hermeticidad, por lo que no dejaría, bajo ningún motivo salir
el aire, luego de ser sellada.
Asimismo, cierta característica en su densidad
llevaría a que, cuando se utilizase en globos, hasta los pinchazos no
derivarían necesariamente en el típico globo reventado, sino que el material se
regeneraría y solo dejaría escapar en el intervalo, una leve suma de aire,
apenas perceptible.
De esta forma, tras leer la noticia –e imaginar las
consecuencias, por supuesto-, comencé a pensar en qué se haría con todos
aquellos globos luego de haber sido utilizados.
Es decir… supongamos que un cumpleaños hemos
empleado doce globos. De colores, claro. Bien inflados… ¿Qué hacemos una vez
terminada nuestra celebración? ¿Cómo los guardamos, por ejemplo?
Cierro los ojos entonces y comienzo a imaginar una serie
de globos por todos lados. En los patios, en el lavamanos del baño… otros estorbándonos
mientras caminamos por la casa y otros hasta por las calles. Intentando ser mordidos
por nuestras mascotas o hasta perros callejeros… ¿se hacen la idea?
Pues bien… de esas imágenes pasé luego a una
sensación extraña…
Una que tenía que ver con estar rodeado de globos,
chocando con ellos en todo sitio… Una sensación que bien podía revelar lo
pequeño que somos en medo de todo ese material que se revela vacío, en el fondo…
más allá de sus clores brillantes…
Así, rodeado de esos colores vivos, livianos, pero
demandantes de espacio, me imaginé entonces intentando cocinar, simplemente, u
ordenar la biblioteca, ya que se los cuento desde acá…
¡Qué desesperante…!
Y es que claro, no cuesta nada crear algo luego
para reventar finalmente los globos irrompibles y recuperar nuestro espacio…
nuestra movilidad…
Pero se trata también de otra cosa.
Otra cosa similar a esos globos chinos, tal vez, y
que se va comiendo también, aunque de otra forma, nuestro propio espacio.
Otra cosa de la que no voy a hablar, directamente,
hoy día…
Ahora bien… ¿es posible extraer alguna moraleja de
todo esto?
Mmm… tal vez…
Tener cuidado al inflar globos para alguna
celebración…
Tener cuidado de los colores brillantes…
Y es que nunca se sabe cuándo podrán ser de esos
irrompibles, y nos llenemos irremediablemente de ese tipo de cosas.
Eso es todo.
…
¡¡Puff…!!
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