Todos vienen a ver el lugar donde cayó un rayo.
Puede ser algo difícil de creer, pero lo cierto es
que hubo varios testigos.
La marca, por otro lado, quedó registrada por años
y hasta vinieron de tv, para hacer una nota.
Fue una nota ligera, para un matinal, pero al menos
me convenció para construir mi biblioteca, justo sobre aquella marca.
Hace poco, sin embargo, -no recuerdo bien a raíz de
qué-, volvió a salir aquella nota, y tuve visitas todo el día.
Debí correr un estante y una alfombra, luego enseñé
la marca.
Algunos se fotografiaron con ella.
No se los dije, en el momento, pero a solas, debí
admitir que la mancha había cambiado.
Tenía, por ejemplo, un tono verdoso claro.
Por la noche, incluso, pude percatarme que la marca
brillaba un poco.
Muy poco en todo caso.
Esa misma noche, recuerdo, me levanté para ver de
cerca aquello que sucedía.
Me incliné sobre la marca, y con la punta de un
dedo, fui marcando el borde irregular que mantenía.
Recordé cosas.
Volví a acostarme.
A veces uno
llama al rayo, me dije.
Al otro día, de mañana, descubrí que la marca había
desaparecido.
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