sábado, 17 de mayo de 2014

**La noche que no es.


Encuentro un block con algunas acuarelas de una época lejana. De entre ellas, corto y escaneo una que tiene atrás unos versos, que transcribo. No quiero hablar de otras cosas. Tampoco corrijo los versos, que a veces delatan haberse escrito así, de una tanda. Cierro los ojos para dormir, pero no puedo. Abro los ojos. Lo intento. Así estoy.


**La noche que no es.


Durante algunos minutos permanecieron en silencio
Él tenía una mano empuñada y ella tenía las suyas abiertas
Quién sabe cuán distintos eran sus silencios

Pero entre ellos algo así como un acorde no determinado
O algo así como una música que se desvanece demasiado lejana
Algo en definitiva estaba ahí como una flor en medio de ambos

Pero el azar a veces, o el infortunio aquel al que tememos dar nombre
Hizo del silencio de ambos un nudo que los amarró de espaldas al mástil de la vida
Y el hombre aquel de mano empuñada, ojos también empuñaba como para asirse a sí mismo

Quién sabe si el nombre aquel del infortunio no era su mismo nombre
Aquella invocación lanzada como una piedra irracionalmente hacia lo alto
Quién sabe si el nombre aquel del infortunio era el silencio mismo. O aquella flor

No. Ocasiones hay en que se invoca la noche sin desearlo
Y de manos abiertas o empuñadas en medio de la tormenta y sin sirenas
Como un cuervo agitado quién sabe si es el silencio mismo quien viene a picotear los ojos

Entonces, en medio de la noche las sombras cobran peso. Aplastan las sombras en la noche
Pesan como animales muertos. Como manos abiertas por las que no escurre el aire
Aplasta el sol con sus rayos que nada ve. Ciega entonces el sol. Los ojos siega

De esta forma teme abrir su puño el hombre
Esconde su brazo para no ver en su puño una mano abierta recogida
Teme ver el hombre su propio sol y desvanecerse en lágrimas

Yo soy el hombre muñón. Piensa el hombre
Mis dedos no se hicieron para acariciar ni asir lo que no es
Astilla el hombre su nombre como si un sueño fuese o una flor

No. Nada ve el hombre con sus ojos astillados y el alma misma como un puño
Nada ve en medio de la noche que no es
Náufrago de sí mismo quiere ser, pero en él no hay orillas

Nada sabe el hombre de la flor que nace a sus espaldas
No sabe de sus manos más que una es puño y nada encierra
Escapa el hombre de su sangre pues sordo es hasta de sus propios latidos

Visto desde lejos no sabe el hombre que en la noche que no es
Él entierra uñas en sus sueños y solo arranca carne de sí mismo
El hombre muñón no sabe que florece

Su propio nombre desconoce y pretende arrancarse a sí mismo de sí mismo
Enternece casi su absurdo y su mano no empuñada
Quién sabe si busca un nombre ya olvidado. O acaricia el aire o una flor

No. No es noche la noche que no es y no es oscura
Y en el silencio un nombre se agita como una bandera arrancada por el aire
Y el aire llega al hombre como si de una estatua de barro se tratase

Manos abiertas como diez vidas ofrecidas lo acarician
Tiembla en el hombre su carne como si saltasen dentro semillas nuevas
Un nombre escucha en el latido y el aire del nombre lo despeina

Duelen los músculos del hombre aferrados al hueso. Agarrotados
Brilla su despliegue como si lloviesen lámparas encendidas
Entonces una mano aferra al hombre y su puño se desgarra como en parto

Desde aquí todo puede verse. Piensa el hombre
Todo puede verse y a la vez puede perderse todo en un instante
Quién sabe si el aroma es ella o está en ella. O en aquella flor



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