Sueño que hablo con Van Gogh mientras él se come sus pigmentos.
Yo le pregunto a qué saben.
Van Gogh me contesta en un idioma que no entiendo.
Me despierto.
Busco información y averiguo si es cierto.
Y sí, Van Gogh se comió en algunas ocasiones sus pigmentos.
Debo haberlo sabido de algún lado.
Entonces hablo con un amigo y me dice que a él le sucedió lo mismo.
O sea no con Van Gogh, pero soñó que Dios se fumaba la Biblia.
Hoja por hoja, recalca mi amigo, con marihuana santa.
Yo le pregunto luego si recuerda el rostro de Dios.
Él lo piensa y me dice que no, que estaba todo el rato rodeado de humo.
Aunque recuerda por momentos que se quemó la boca y que tenía las uñas
largas.
Nos parece lógico y cambiamos de tema.
Hablamos de un colegio en el que ambos trabajamos.
También hablamos del mundial.
Ambos coincidimos en que Chile va a empatar con Australia.
Pasado un rato llega un tercer amigo.
No lo veía hace años.
Sin escuchar nuestra historia empieza a contarnos un sueño.
Al parecer él escuchaba maullar un gato, en el sueño.
Entonces –aún en el sueño-, él se levanta y sale a buscar el gato.
Pero claro, el maullido del gato no demuestra que exista el gato, sino
el maullido.
Y mi tercer amigo no encontró nada, en el sueño.
Finalmente, para intentar analizar los sueños bebemos un par de
cervezas.
Un par de cervezas de litro.
Un par de cervezas de litro cada uno.
Luego comemos algo y repetimos la dosis.
No llegamos a conclusiones claras.
Yo termino hablando como Van Gogh.
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