"El secreto se esconde en los colores del mundo,
pero nadie sabe dónde se encuentran esos colores".
Otto Wingarden.
Escucho a una mujer pedir un trago. Un trago cualquiera, dice. Lo único que
exige es que tenga una sombrilla. De esos
paragüitas que les ponen en las películas, explica. El barman la mira, va a
conversar con una chica que aparentemente trabaja en el lugar y tras unos
minutos comienza a preparar la bebida, sin emitir mayores comentarios. Transcurren
dos minutos más. Entonces, regresa la chica enviada por el barman con numerosos
paragüitas pequeños. Todos son de
mismo tamaño, pero hay de diversos colores: amarillo, verde, rojo, azul y rosa.
También hay un paraguas a lunares. Finalmente,
el barman prepara un trago de un tono verde limón, que tiene además dos hielos.
Y claro, el barman también le agrega una de las sombrillas, para que esté
completo. Creo que utilizó la sombrilla roja. Así, tras terminar su encargo, el
barman acerca el cóctel hasta la mujer. Ella, en tanto, mira el trago, sobre la
barra. Luego se va. Con paso seguro, se
va. De hecho, nunca mira hacia atrás, mientras se aleja. Yo la observo pasar. El
trago con sombrilla queda sobre la barra.
No hay más historia.
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