“Existir y seguir existiendo,
¿era en sí un propósito?”
H. M.
-No era un dolor intenso –dijo-, o no directamente,
al menos… era más bien el recuerdo de un dolor intenso…
-¿Y todo por un sueño? –pregunté.
-Sí, pero no era un sueño cualquiera –agregó-. En
el sueño tú eras rey y hacías daño… y eso que eras un rey sin poder… un rey
cuestionable…
-Vian I, el cuestionable…
-No te lo tomes a broma… ha sido una de las peores
sensaciones que he tenido… yo estaba en un mundo que aparentemente era mío,
pero no me pertenecía.
-¿Y era mío aquel mundo?
-Sí, tuyo… pero de una forma extraña… y además
nadie lo sabía. Tú estabas simplemente ahí, ordenando libros y podías manejar
el destino de todos, o arrebatarnos el reino…
-Pero entonces tenía poder.
-De cierta forma sí… pero era solo potencial… en mi
sensación… eras como el dueño de todo nominalmente, pero en mi interior eso dolía... y tenía miedo.
-¿Era como el hombre que supuestamente inscribió la
luna como propiedad?
-No. Eras el dueño por un acuerdo secreto. Mirabas
todo de reojo y no te interesabas por nada justamente porque todo era tuyo… y
también porque sabías el final de todos.
-¿El final de todos?
-Sí… aunque era una sensación… como si tú de alguna
forma ya supieses en que iba a terminar todo esto… por eso eras como el rey… y
yo tenía miedo…
-¿Y cómo podía saber yo el final de todo?
-No lo sé concretamente, pero lo intuía… quizá lo
habías leído, no lo sé… tal vez veías la fecha de caducidad en el corazón de
todos…
-Y en el corazón del mundo.
-Sí. Exacto.
-¿Y a nadie más le preocupaba?
-No. En el sueño no. Todos te trataban como alguien
sin poder. Cuestionaban tus observaciones, tus acciones, tus libros…
-Era un rey sin súbditos, entonces.
-Sí, pero no sé ahora si llamar rey a esa condición
sea lo apropiado… es decir, a mí me angustiaba tu poder… pero para ti también
era perjudicial saber el final de todo…
-¿También sabía el final de mí mismo?
-No lo pensé… pero sí, creo que sí… o podías
saberlo, si querías…
-¿El mundo era mío entonces?
-Sí. En el sentido de saber todo acerca de él, sí.
Te juro que aquello me transmitía un dolor… o una huella de dolor, al menos…
-¿Y por qué me lo cuentas?
-No sé bien… sinceramente siempre he sentido algo
así contigo… en la vigilia… no al nivel del sueño, pero existe sin duda un
pequeño correlato…
-¿Y entonces crees que yo sé algo más…? ¿Crees que
conquisté el mundo y el mundo no lo sabe?
-No… no lo sé… No es eso, exactamente, pero hay
algo… debe haber algo… un propósito que vaya más allá del existir y seguir
existiendo…
-¿Y por qué ese no puede ser ese un propósito?
-No entiendo…
-Existir y seguir existiendo… ¿por qué no puede ser
ese un propósito válido?
-¿Lo dices en serio?
-No sé si tan en serio, pero no veo por qué deba
desechar esa opción tan rápido.
-…
-¿Por qué me miras así?
-De pronto tuviste la misma expresión que en el
sueño…
-¿Y tienes miedo?
-Un poco. Es que estás jugando, Vian. Estás jugando
a parecer que estás jugando, pero en realidad…
-¿En realidad qué?
-No lo sé… pero estoy seguro que hay algo que sabes…
-…
-¿No vas a decirlo?
-No. Si soy el rey tengo derecho a no decirlo.
-Pues sinceramente no sé si reírme o asustarme…
-Soy Vian I, el cuestionable, y te ordeno reírte…
-No voy a hacerlo, Vian... no juegues.
-Entonces te ordeno desaparecer… En este instante.
-
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