domingo, 3 de noviembre de 2013

Conquisté el mundo, pero el mundo no lo sabe.

“Existir y seguir existiendo,
¿era en sí un propósito?”
H. M.


-No era un dolor intenso –dijo-, o no directamente, al menos… era más bien el recuerdo de un dolor intenso…

-¿Y todo por un sueño? –pregunté.

-Sí, pero no era un sueño cualquiera –agregó-. En el sueño tú eras rey y hacías daño… y eso que eras un rey sin poder… un rey cuestionable…

-Vian I, el cuestionable…

-No te lo tomes a broma… ha sido una de las peores sensaciones que he tenido… yo estaba en un mundo que aparentemente era mío, pero no me pertenecía.

-¿Y era mío aquel mundo?

-Sí, tuyo… pero de una forma extraña… y además nadie lo sabía. Tú estabas simplemente ahí, ordenando libros y podías manejar el destino de todos, o arrebatarnos el reino…

-Pero entonces tenía poder.

-De cierta forma sí… pero era solo potencial… en mi sensación… eras como el dueño de todo nominalmente, pero en mi interior eso dolía... y tenía miedo.

-¿Era como el hombre que supuestamente inscribió la luna como propiedad?

-No. Eras el dueño por un acuerdo secreto. Mirabas todo de reojo y no te interesabas por nada justamente porque todo era tuyo… y también porque sabías el final de todos.

-¿El final de todos?

-Sí… aunque era una sensación… como si tú de alguna forma ya supieses en que iba a terminar todo esto… por eso eras como el rey… y yo tenía miedo…

-¿Y cómo podía saber yo el final de todo?

-No lo sé concretamente, pero lo intuía… quizá lo habías leído, no lo sé… tal vez veías la fecha de caducidad en el corazón de todos…

-Y en el corazón del mundo.

-Sí. Exacto.

-¿Y a nadie más le preocupaba?

-No. En el sueño no. Todos te trataban como alguien sin poder. Cuestionaban tus observaciones, tus acciones, tus libros…

-Era un rey sin súbditos, entonces.

-Sí, pero no sé ahora si llamar rey a esa condición sea lo apropiado… es decir, a mí me angustiaba tu poder… pero para ti también era perjudicial saber el final de todo…

-¿También sabía el final de mí mismo?

-No lo pensé… pero sí, creo que sí… o podías saberlo, si querías…

-¿El mundo era mío entonces?

-Sí. En el sentido de saber todo acerca de él, sí. Te juro que aquello me transmitía un dolor… o una huella de dolor, al menos…

-¿Y por qué me lo cuentas?

-No sé bien… sinceramente siempre he sentido algo así contigo… en la vigilia… no al nivel del sueño, pero existe sin duda un pequeño correlato…

-¿Y entonces crees que yo sé algo más…? ¿Crees que conquisté el mundo y el mundo no lo sabe?

-No… no lo sé… No es eso, exactamente, pero hay algo… debe haber algo… un propósito que vaya más allá del existir y seguir existiendo…

-¿Y por qué ese no puede ser ese un propósito?

-No entiendo…

-Existir y seguir existiendo… ¿por qué no puede ser ese un propósito válido?

-¿Lo dices en serio?

-No sé si tan en serio, pero no veo por qué deba desechar esa opción tan rápido.

-…

-¿Por qué me miras así?

-De pronto tuviste la misma expresión que en el sueño…

-¿Y tienes miedo?

-Un poco. Es que estás jugando, Vian. Estás jugando a parecer que estás jugando, pero en realidad…

-¿En realidad qué?

-No lo sé… pero estoy seguro que hay algo que sabes…

-…

-¿No vas a decirlo?

-No. Si soy el rey tengo derecho a no decirlo.

-Pues sinceramente no sé si reírme o asustarme…

-Soy Vian I, el cuestionable, y te ordeno reírte…

-No voy a hacerlo, Vian... no juegues.

-Entonces te ordeno desaparecer… En este instante.

-

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