sábado, 16 de noviembre de 2013

¿De qué se esconde Sarah Connor?


-No veo nada malo en servir cafés -me dijo.

Yo asentí.

-En el futuro no hay cafés… -agregó-. La cafeína se vende como energizante en pastillas, pero no hay café… no hay tiempo para hacer café…

-¿Qué futuro? –pregunté.

-El futuro, ya sabes… es lo que alguien te dice que ya pasó, pero aun no pasa… ¿no vendrás tú de ahí, cierto?

-Eh… no… ¿de dónde?

-Del futuro… ¿no eres tú el que viene a protegerme?

-No… no creo…

-Es que yo me avisé, desde el futuro… vendrán por mí, me enamoraré, tendré un hijo… también viene una máquina a matarme… yo me anticipé y me vine a ver, hace unos días… yo debo hacer café… vivir mi vida.

-Eh… sí… suena bien.

-¿Qué cosa?

-No sé… lo que dices… tu futuro incluso…

-No quiero ese futuro. Quiero servir cafés… siempre los huelo antes de entregarlos… me gusta el aroma… debo preservar eso, en el futuro…

-Pero te enamoras… tienes un hijo…

-Esa no soy yo –interrumpió, molesta-. Yo sirvo cafés. No me enamoro. Esa soy yo.

-Entiendo…

-No lo creo… quizás sí vienes del futuro… yo debo enamorarme de ti y…

-Te equivocas, yo…

-¡Vienes a matarme…! –gritó-. Quieres ganarte mi confianza y luego matarme… eres un T 800 y…

-Soy Vian –le dije-. Y el café está excelente…

-Gracias… -agregó, calmándose-. ¿Dijiste que te llamas…?

-Vian.

-¡¿Tú eres Vian…?!

-Eh… sí… pero no creo que me conozcas, yo…

-Mi yo del futuro me habló de ti –siguió-. Dijo que la escondiste en una biblioteca…. Que viajó desde ahí…

-¿Una biblioteca?

-Sí, una biblioteca gigante, yo viajé desde ahí… ¿habrás sido tú…? O, sea… ¿serás tú…?

-Pues no sé… ¿te dijo si estaba la biblioteca ordenada?

-Dijo que era un desastre… que daba la impresión de un ser gigante, uno vivo, y disperso…

-Mmm… pues parece que era yo…

-¡Qué fantástico… no crees…! Oye… a todo esto… ¿ya tienes la biblioteca?

-Pues sí… creo que sí, aunque intento ordenarla.

-¿Y puedo…?

-¿Ordenarla? No. Es una labor mía, yo…

-No, no me refiero a eso… yo quería preguntarte si puedo esconderme… si llega el T-800, claro… o el hombre ese del que me tengo que enamorar y…

-Eh… bueno… sí, cuando quieras…

-Pues excelente, entonces… ¿puedo hacer algo por ti, Vian… para compensar?

-No… no te preocupes, o sea… ¿no te dijo nada más sobre mí, en el futuro?

-¿No me dijo más quién?

-Tú, tú misma…

-Ah… es que lo dijiste raro… pero la verdad es que no puse mucha atención… me fijé más en la amenaza de perder mi vida… disculpa.

-No, no hay problema… quizá sea mejor así…

-¿Puedo preguntarte algo yo también Vian?

-Eh, sí… claro.

-¿Te gusta tu vida?

-¿Mi vida?

-Sí… ¿te gusta tu vida…?

Entonces, justo cuando ella acabó la frase, un hombre que había entrado a la cafetería le preguntó si era ella Sarah Connor.

Y claro… yo salí de la historia, en ese instante.

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