viernes, 8 de noviembre de 2013

Ibas a ser un gran escritor.



Ibas a ser un gran escritor.

Uno de los mejores.

Tenías el talento.

La técnica.

Y hasta entendías cuál era el verdadero centro.

Pero te extraviaste.

Intentaste volver a un lugar desde el que no habías salido.

Y escribiste como si hacerlo, fuese algo distinto a tener que respirar.

Es decir, escribiste como si pudieses dejar de hacerlo.

Pues bien, ahora te recomiendo una cosa: deja de hacerlo.

No se te ocurra volver a hacerlo.

No mientras no recuerdes qué existe a ambos extremos del texto.

No mientras pienses que el texto es más importante que la voz de los otros.

No mientras te impida ser menos importante que los demás.

Recuérdalo:

No lo hagas.

No lo intentes.

Cuenta simplemente la anécdota…

Ibas a ser un gran escritor.

Déjalo en eso.

No lo ensucies más.

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