domingo, 11 de agosto de 2013

Vian, secuestrador.

"Es como pegarle a alguien
que no se quiere lastimar"



-¿Puede resumir el caso, detective?

-Por supuesto.

-Comience entonces.

-Secuestro… O sea doble secuestro…

-Comience otra vez, detective. Sin errores, si es posible.

-Doble secuestro. Una misiva. Una misma misiva enviada a las dos familias. Ambas llegan a una hora similar y en ella se detalla la misma información, aunque se difiere de forma abismante en el monto asociado al rescate. Las dos familias son, por cierto, de una clase social totalmente distinta…

-De ahí la diferencia de montos, entonces.

-Creo que no es el caso. Pues el monto mayor va dirigido a la familia de menores ingresos, mientras que las peticiones a la otra familia son irrisorias.

-Explíquese mejor, detective.

-Familia Soto González, señor. El padre trabaja como jardinero, para la municipalidad. La madre hace dos meses está cesante. El secuestrador tiene a Pablo, su hijo, de 14 años. Exige un rescate de 220 millones de dólares…

-¿Me está hueveando, detective?

-No, señor. Eso dice la carta, claramente.

-¿Y la otra familia?

-Edwards Del Salto, señor. El padre es accionista mayoritario de una compañía de aceites. La madre no trabaja, pero tiene a su nombre al menos 14 propiedades por las que percibe un importante monto mensual. El secuestrado es su hija Blanca, de 13 años. El secuestrador exige 25 dólares, un kuchen de frutilla y un queque de plátano cocinado por la propia señora Del Salto, sin solicitar ayuda. Ambos de buen sabor.

-Esto debe ser una broma…

-No lo es, señor. El secuestrador reiteró las peticiones por teléfono, pero no pudo ser localizado. También puso al teléfono a los dos secuestrados. Al parecer están en buenas condiciones, todavía.

-¿Pudo alguien razonar con él?

-Lo intentamos, señor, pero no fue posible. No parece hablar en serio, pero lo cierto es que tiene a los dos chicos y las peticiones no son negociables, para él.

-Bueno, al menos la familia Edwards podrá pagar la fianza y acercarnos a él…

-No creo que sea posible, señor. La señora Del Salto ya quemó tres queques y no muestra avances. Además el secuestrador intuyó que solicitó ayuda y exigió al señor Edwards que agregara al rescate un libro de poemas que lo emocionara hasta las lágrimas… y escrito por él mismo.

-Eso es estúpido… ¿no hay idea de quien pueda ser el secuestrador?

-Se hace llamar Vian. No hay registros. Salvo un escritor francés ya muerto y un perfil en internet asociado a un blog.

-¿Qué hay de este último?

-Descartado. Es profesor y junta libros. No da el ancho.

-Entonces parece que esto no va a ir mejor…

-Así parece, señor. Aunque estamos atentos para cuando vuelva a comunicarse. Intentaremos localizarle si lo intenta.

-Hay que localizar sus intenciones, detective, sus propósitos. Esa es lo prioritario.

-¿Y si no tiene propósitos, señor?

-¿Qué dice?

-¿Qué pasa si no tiene propósitos…? ¿Qué pasa si es como la vida…?

-¿De qué mierda habla, detective?

-Disculpe, señor, es que estuve ayudando al señor Edwards con eso de los poemas…

-¡Mejor haga algo serio, detective…! Indague, piense, analice… ¡Descubra los propósitos…!

-Lo intentaré, señor.

-¡Hágalo y no lo intente…!

-Lo intentaré señor… es decir, intentaré hacerlo y no intentarlo… o sea…

-¡Lárguese de acá…! ¡Este caso es una mierda…!

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