-¿Lo has pensado?
-¿Qué cosa?
-Esto. Lo de conocernos.
-No.
-Pues yo sí lo he pensado.
-¿Y?
-No sé.
-¿Qué?
-No sé bien cómo se piensan esas cosas.
-Ya.
-No… si es en serio. Suena tonto, pero es en serio.
-¿En qué sentido?
-En que le doy vueltas, porque me importa, pero
luego no sé qué hacer y me digo que simplemente es cosa de suerte, o de azar…
-Las cosas dan vueltas independientes de nosotros… el
universo, por ejemplo, si te fijas…
-El universo no da vueltas, si somos exactos.
-Pues si somos exactos el azar y la suerte tampoco
son lo mismo.
-…
-…
-¿Por qué no?
-Porque el azar puede ser algo malo, pero la suerte
no.
-¿Y la mala suerte?
-Esa no es suerte.
-¿Y entonces nosotros…?
-Azar. Cien por ciento azar.
-¿De verdad lo crees así?
-Sí.
-Júramelo.
-¿Por qué?
-Porque quiero estar segura que…
-Espera. Te preguntaba por qué te lo juraba.
-Ah… pues no sé… Júramelo por todo lo sagrado.
-¿Por todo lo sagrado?
-Sí. Por todo lo sagrado.
-Pues yo soy todo lo sagrado.
-Entonces júralo por ti…
-Mmm…
-¿Tampoco te gusta así?
-No es eso… quizá pensé que ibas a objetar.
-Aún puedo.
-…
-…
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