lunes, 19 de agosto de 2013

Cosas que están demasiado lejos.

“La bandera flameaba tan alto
que no alcanzamos a ver
sus colores”


I.

Las cosas que están demasiado lejos
me agradan.

Urano, por ejemplo,
o los muertos que ya nadie recuerda.

Una pastelaria en Portugal
o el gol catorce de Pelé.

Me agradan porque aunque lo intente
esas cosas no se alcanzan.

Además, me agradan porque el dolor, incluso,
es tierno cuando no te toca.


II.

Olvidamos, sin embargo,
las cosas que están demasiado lejos.

Un juguete de lata,
o el deseo que teníamos de ser payaso.

Cintas con la voz de papá,
o la primera vez que leíste el evangelio según San Mateo.

Olvidamos porque el corazón
es un niño que sostiene lo que ama, con bracitos cortos.

Además, insistimos en caer en el amor,
en la vida, en los sueños, y nuevamente en el olvido.


III.

Las cosas que están demasiado lejos
me agradan.

Urano, por ejemplo,
o los muertos que ya nadie recuerda.

Una pastelaria en Portugal
o el gol catorce de Pelé.

Me agradan porque aunque lo intente
esas cosas no se alcanzan.

Además, me agradan porque el dolor, incluso,
es tierno cuando no te toca.

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