I.
“-De seguro no te acuerdas de X… era simpático, pero tenía la
personalidad de una silla.
-¿Y físicamente?
-No sé... grande. Como un ropero.”
El
hueón mueble (fragmento)
II.
“-En ese tiempo teníamos dos mascotas y vivíamos en
X… Un perro y un conejo. El punto es que un día el perro mató al conejo.
-¿Y qué hicieron ustedes?
-Nos costó decidirlo, pero sacrificamos al perro.”
El
hueón justo (fragmento)
III.
“-Solo me hacen llorar las sonatas de Chopin, un
par de películas francesas y las peleas de sumo.
-¿Las peleas de sumo?
-Sí… no sé bien por qué, quizá me imagino que son
como mundos, chocando.
-…
-Y no lo digo externamente,
sino como esencias de mundo… casi como si el Dios representante de cada mundo
se parase de pronto ante nosotros, sin coraza…
-¿Dioses que se revelan?
-Claro, pero igual no sirve mucho… porque solo
vemos gordura.
-¿Y eso te hace llorar?
-Sí, o sea, más bien me enternece. Es decir, la
conclusión me enternece: Dios es gordo y sus ojos se conectan con algo íntimo e
inaccesible… Es como si solo quedara rendirse ante esa condición.
-¿Y eso es, entonces, lo que te hace llorar?
-Sí. Eso mismo.”
El
hueón metafísico (fragmento)
Parecen fragmentos de una charla en un bar.
ResponderEliminarSaludos Señor Vian.