“Espada del Augurio:
déjame ver más allá de lo evidente”
León-O
Todo es evidente,
aquí,
en el tercer planeta.
Así, por más que insisto,
todo se reduce,
finalmente,
a unas cuantas piedras.
Los huesos,
las palabras,
las grandes construcciones…
todo se apiló finalmente
y ya no se distingue
entre ninguna de ellas.
Se oxidó el filo de la espada,
se perdió el sentido
de la fuerza…
y claro:
las garras se curvaron
hacia nuestra propia piel…
Y es que visto hoy,
quizá no debimos
escapar de Thundera.
Hundirse con el mundo,
me refiero,
explotar con él...
eso a fin de cuentas
era lo evidente.
Y sí...
evidente fue también la cobardía,
evidente el escondite…
y hasta evidente el corazón
seco y duro como piedra.
¿Quieren conclusiones...?
No es cierto que haya verdad
más allá de lo evidente:
todo aquello fue anestesia.
El arte hueca de una espada,
por ejemplo,
evasión que no aleja
de la pérdida.
Así,
solo queda confesar, finalmente:
mi verdadera alegría
explotó con Thundera.
Y claro, algún poeta dirá:
cayeron estrellas como copos
y el suelo brilló
plagado de estrellas.
¿Pero saben…?
¡Yo me cago
seis veces
en aquel poeta…!
Y es que esa era
la muerte digna
y la dejamos atrás:
Por favor perdónanos, Thundera.
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