martes, 6 de agosto de 2013

Otro peso, otras costumbres, otra libertad, pensaste.


“Recordarán los juegos,
pero olvidarán,
finalmente,
quién ganó”



Pensaste que vestirte de oso
y lanzarte por los bosques
te salvaría del abismo.

Otro peso,
otras costumbres,
otra libertad,
pensaste.

Pero el cierre del disfraz
estaba a tu espalda
y no alcanzaste
a cerrarlo
totalmente.

Así,
aunque lo intestaste,
lo cierto es que nunca fuiste,
finalmente,
un oso.

Es decir:
caminaste como oso,
te alimentaste como oso,
pero ni para ti
ni para los otros
fuiste a fin de cuentas,
lo que pretendías ser.

De esta forma,
no solo tu disfraz resultó inútil
sino tu andar por el bosque,
tus silencios
y hasta todas tus renuncias.

Y claro:
no te salvaste del abismo.

De hecho,
perdiste la oportunidad
de caer por ese abismo
impulsado
por tu propio peso.

No era un juego.

No se trataba de ocultar
lo que eras.

Así,
en resumen,
la conclusión es clara:
no podías no perder
de esa forma.

Después de todo,
también se está frío
bajo la piel de oso.

Y es que el abismo…

¿Acaso pensaste alguna vez,
realmente,
en el abismo…?

Me refiero a que el miedo
suele siempre situarse
en el sitio equivocado…

Y claro…
quizá por eso
lo que podemos sacar en limpio,
es ciertamente muy sencillo:

No eras un oso.

Nadie te vio nunca
como un oso.

Gastaste tu vida en un bosque
que no rozó tu piel.

4 comentarios:

  1. te parecerá tremendamente superficial la asociación con el link
    http://www.youtube.com/watch?v=cq0a5JTSGvU
    (a mi no me lo pareció 'tanto')

    ResponderEliminar
  2. Lo conocía como texto escrito... No me acordaba eso sí... pero hay un dibujo en el cuento del oso en una oficina que me gusta mucho... En una de esas asocié. Saludos.

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