-¡¿Qué es lo que dices…?! –dijo ella.
-Digo que te calmes –dijo él-. Que te calmes para
decidir con calma y…
-No. Dijiste otra cosa, además.
-¿A qué te refieres?
-A que dijiste esa frase otra vez…
-¿Qué frase?
-Que tenemos que ser sensatos…
-Pues sí, supongo que eso fue lo que dije.
-Sensatos y razonables, dijiste.
-Bueno… sensatos y razonables, ¿qué hay con eso?
-¿No entiendes? ¡Ese es justamente el problema…! Hemos
sido siempre demasiado sensatos y razonables…
-…
-Debíamos ser otra cosa, ¿no entiendes…? La vida no
es sensata ni razonable… mira a tu alrededor si no… ¡qué mierda de todo esto es
sensato y razonable…!
-¿Puedes calmarte un poco?
-Puedo, pero no voy a hacerlo… a mí no vas a
callarme como al ratón…
-¿De qué ratón estás hablando?
-Del ratón que oíamos chillar en la casa de antes…
¿te acuerdas? Chilló como tres días y se escuchaba en las cañerías…
-¿Y qué tiene que ver ese ratón con todo esto?
-Que tú quisiste ser sensato y le arrojaste agua
hirviendo por la tubería… ¿esa es tu forma de ser sensato?
-¿Y qué más podía hacerse…?
-Dejarlo chillar… eso es lo sensato… Si el ratón o
el mundo chilla hay que dejar que chillen…
-De acuerdo, entonces te dejo gritar y espero a que
nos durmamos…
-No entiendes nada… ese es tu problema… Si te
despiertan un poco te arrancas a dormir… ¿El ratón no te dejaba dormir? ¿Por
eso lo mataste…? ¿Por eso nos fuimos de ahí?
-¿De qué estás hablando? Nos fuimos de ahí porque era un edificio viejo…
-¡El mundo también es viejo…! ¡La verdad es vieja…!
-¿Y qué quieres que haga…? ¿Quieres que me ponga a
gritar, como tú…?
-No quiero que grites… quiero que chilles… que
entiendes que la vida no es sensata y razonable y que yo no tengo por qué serlo…
-¿Y entonces ante un problema simplemente chillamos…?
¿Te olvidas que tenemos un proyecto juntos?
-No lo entiendes… Si los problemas no son sensatos
ni razonables la solución tampoco puede serlo… Me has engañado todo el tiempo…
-Pero…
-¡Y no tenemos un proyecto!
-Así veo… un proyecto es demasiado sensato…
-Exacto. Y quiero que te vayas a la mierda.
-De acuerdo…
-Tú y tu sensatez a la mierda.
-¡De acuerdo!
-¡¿Qué es lo que dices…?! –dijo ella.
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