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No suelo ser muy explícito. No crean que no lo intento. Generalmente trato de decirlo todo o explicarlo, pero a fin de cuentas siempre quedan significados que completan aquello que quise transmitir en un lugar muy distinto al texto final, o a aquello que he dicho.
Obviamente esto se manifiesta de forma más evidente en las entradas de este blog. Escritas siempre a la rápida, sin el tiempo de corregirlas, releerlas o hasta arrepentirme de ellas –varias que he leído las he encontrado pésimamente escritas o muy lejanas a aquello que quise decir-, lo principal de ellas es que siempre van sumando en una historia que sigue estando a medias, sin un final resuelto, como prendas de vestir de las que cuelgan hilachas que sólo yo percibo, y que a veces descubro que son en realidad el verdadero entramado de esto, aunque sea difícil, incluso para mí, verlo como un todo.
Y es que mis ideas, historias, comentarios o lo que sea que escribo, suele formarse en base a distintas conglomeraciones. Y explicar una es fijarse en ella y entonces ver aparecer otra cosa por ahí cerca. Como cuando queremos fijarnos en el cielo para ver una estrella y entonces nos fijamos que comenzamos a notar otras que, en cierta forma, distraen nuestra atención.
¿Por qué hablo de ello?, porque siento que hay demasiados significados fuera en las entradas anteriores a ésta que hacían relación a algo que me sucedió y al personaje de Cleantes, el vaciador de pozos, como elegí nombrarlo. Y pretendo de alguna forma, abarcarlas.
Obviamente esto se manifiesta de forma más evidente en las entradas de este blog. Escritas siempre a la rápida, sin el tiempo de corregirlas, releerlas o hasta arrepentirme de ellas –varias que he leído las he encontrado pésimamente escritas o muy lejanas a aquello que quise decir-, lo principal de ellas es que siempre van sumando en una historia que sigue estando a medias, sin un final resuelto, como prendas de vestir de las que cuelgan hilachas que sólo yo percibo, y que a veces descubro que son en realidad el verdadero entramado de esto, aunque sea difícil, incluso para mí, verlo como un todo.
Y es que mis ideas, historias, comentarios o lo que sea que escribo, suele formarse en base a distintas conglomeraciones. Y explicar una es fijarse en ella y entonces ver aparecer otra cosa por ahí cerca. Como cuando queremos fijarnos en el cielo para ver una estrella y entonces nos fijamos que comenzamos a notar otras que, en cierta forma, distraen nuestra atención.
¿Por qué hablo de ello?, porque siento que hay demasiados significados fuera en las entradas anteriores a ésta que hacían relación a algo que me sucedió y al personaje de Cleantes, el vaciador de pozos, como elegí nombrarlo. Y pretendo de alguna forma, abarcarlas.
Y no. No he ido de nuevo a esa casa y no voy a ir. Que quede ahí el letrero y la historia y lo que sea que ahí exista. Y que se transforme en algo imaginario, que se desvanezca después de escribirlo, pues supongo que esa es una de las razones de hacerlo.
Respecto a Cleantes, sin embargo, siento que hay una serie de cosas que originan nuevas correspondencias, una serie de vasos comunicantes entre la historia del estoico y diversas cosas que han cobrado significado para mí en el último tiempo.
Lamentablemente, al intentar explicarlas, no consigo hacerlo del todo bien. Y ya he borrado varios párrafos en que al final termino diciendo algo equivocado, o, al menos, confuso.
Intento por lo tanto una nueva forma de referirme a aquello. Una estructura distinta, y aquí está:
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I.
Es de noche. Tengo un año menos que ahora. Siento que las cosas van algo mejor. Acabo de apagar la luz y entonces una palabra me viene, de la nada. Pero viene inserta en una frase, una frase que había olvidado y que hoy volví a encontrar -o encontré por vez primera, quien sabe-, y que averiguo que está atribuida a Cleantes. Un filósofo del que leí hace unos 7 años y del que no había vuelto a hablar y a leer nada desde entonces.
La palabra que estaba inserta y que me despertó esa noche era una clave que nunca debí descubrir. En medio de esa noche lo supe. Luego intenté olvidarla. Luego volvió. Pero lo verdaderamente importante no está en la palabra concreta, sino que está en la frase. No voy a explicar que es -aunque quiera, no puedo, en verdad-. La frase en cuestión es citada por Plutarco, en Sobre Isis y Osiris:
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"En cierto lugar dice Cleantes que Proserpina es el viento que a través de los frutos se mueve y los arruina"
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II.
Estoy en la Universidad. Ocho años atras, creo. Estoy con un libro de Séneca donde hace referencia a los estoicos. Yo he anotado algo sobre Zenón y Cleantes. Recuerdo que el libro se manchó con cerveza negra. Yo también.
Un amigo se acerca y me cuenta de un trabajo que debe hacer donde posiblemente incorpore unas ideas de Crisipo y otros estoicos. Yo me ofrezco al final a hacerlo. Por 10 cervezas. Aunque en verdad era para escribir algo de eso, solamente. Al final el trabajo termina siendo respecto al concepto de tensión, incorporado por Cleantes a la idea del fuego como sustancia primordial.
Recuerdo también que mi obsesión estaba dada por vincular esa tensión con distintos conceptos de voluntad que rastreaba en diferentes textos, que no viene al caso citar aquí.
El trabajo final no lo tengo, pero tengo apuntes en un disco con cosas antiguas. Los apuntes son extraños y en ellos encuentro cosas también extrañas, a medio decir, pero que apuntan, sin embargo, a una idea de tensión que deriva en una conflagración, donde supuestamente iba a realizarse el sentido que demostraba la incorruptibilidad del mundo, purificado por el fuego.
Cito algunos freagmentos que encuentro en los apuntes, aunque no siempre tengo bien referida la cita:
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A) "...Una vez que todo se ha transformado en fuego, primero se torna compacta la parte media; después, a partir de ella se va apagando en todas partes. Una vez que todo llega a ser líquido, la porción extrema del fuego, a causa de la resistencia de la parte media, vuelve hacia atrás, y, luego, vuelta, se expande hacia arriba y comienza a ordenar el Todo. Y mientras de continuo va desarrollando este ciclo y este ordenamiento, no cesa la tensión en la sustancia de todas las cosas..."
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Nota de ese entonces: El fuego así no es sólo lo primigenio sino que también coexiste con lo creado, rodeándolo y protegiéndolo, de ahí la persepción cónica que abunda en los escritos de Cleantes.
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B) "Más aún, Cleantes, al polemizar, dice que en la conflagración el sol absorberá en sí y transformará en su propia sustancia a la luna y a todos los demás astros (...) También señala que los mismos astros, siendo dioses, cooperan con el sol en su propia destrucción, ya que de alguna manera participan con él en la conflagración..." (Plutarco, Sobre las noticias comunes).
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III
Hace un día. Una mujer con la que hablé y que se supone prácticamente no habla me mira desde una ventana mientras su hija me dice que la acompañe a comprar. En la casa además hay un extraño cartel que dice EL CLEANTES, pintado por el marido muerto de la esposa y que supuestamente nadie retiró del lugar. Bajo la casa hay un subterráneo donde hay un cuarto clausurado donde hay un sillón café, libros y esculturas abandonadas. La mujer con la que hablé y que está en la casa estaba obsesionada con estar allí, así que se lo impidieron...
¿Por qué se lo impidieron?
¿Por qué parecía encerrada cuando miraba por la ventana?
No voy a responder. Pero voy a recordar que de aquel subterráneo ya clausurado un día brotó agua, y no hubo nadie que la recogiera.
La mujer mayor no me habló de eso. Sin embargo señaló que lo del cartel que nadie retiró quizá fuera parte del destino; la hija, en cambio, señaló que ella había vuelto a vivir con su madre debido a la providencia. De esta forma, la tensión existente entre estas dos mujeres se me hace similar a la que existe entre estos dos conceptos -esta tensión que además es sustancia de todas las cosas-. Algo así dijo Cleantes, al respecto -si es que interpreté bien en sus momentos alguna cita, pues esto corresponde sólo a un apunte-:
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" A diferencia de Zenón, Cleantes no iguala destino con Providencia, sin embargo todo provendría del destino, incluida la providencia. Sin embargo, existirían cosas provenientes del destino que no tienen relación alguna con la providencia, con lo que se da a entender que no existe perfección en la voluntad esencial que nace del destino y que da orden -pero no necesariamente sentido- a todas las cosas"
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IV
Hoy, mientras intento terminar estas entradas en relación a Cleantes, y a diferencia de otros momentos de mi vida, siento que hay algo bueno en este "alejarse de", algo que permite que esta esencia presente en las cosas y a través de las cuales, parafraseando a Cleantes nuevamente, las ideas sobre los dioses -llámese destino, providencia, o lo que sea-, entran en los hombres, entren también en mí de una manera pacífica, como una ráfaga de viento en una casa donde todo es un poco más sólido y firme que antes.
No sé mucho por qué pasan estas cosas, no las acuso de nada, pero creo comprender que hay cierta estabilidad que cuidar.
Pienso también en la muerte de Cleantes, quien afectado por una infección debió dejar de comer unos días, y que, luego de mejorarse, prefirió dejar de comer definitivamente, con lo que le sobrevino la muerte.
Quizá de esta misma forma, ya que me he alejado de esa casa y de ese cartel por un medio natural, el acercarme a ella es algo que escapa a mi voluntad y a mi interés y a mis verdaderas necesidades, que poco a poco identifico.
Quizá en la casa vuelva a brotar el agua, quizá la casa se queme -extrañamente es una sensación que tengo y que señalo aquí aunque luego alguien podrá decir que me lo he agregado tardíamente- quizá el destino de esa casa esté escrito y no tenga nada que ver con la providencia... quizá.
Y es que a las cuatro causas por las que Cleantes señala que las ideas sobre los dioses entran en el alma de los hombres -la primera que surge del presentimiento de las cosas futuras; la segunda nacida de las perturbaciones y temores originados en la naturaleza y que a menudo la sobrepasan; la tercera que surge de los beneficios que recibimos; y la cuarta que es resultado de la contemplación de un orden regular y de la belleza de todos los astros-, creo que he logrado intuir una quinta, a saber: la de cerrar los ojos frente a la forma extrena de la divinidad presente en una de las cuatro formas y acercarse a la divinidad que nos rodea sin hacerse presente -como el fuego que protegía y que estaba presente siempre después del fuego primigenio-, o, en otras palabras: la idea de los dioses que se hace tras renunciar a la presencia de la manifestación de ellos, es decir, a la presencia que nace de la renuncia y de la confianza en aquello que realmente es causa de belleza y de orden, y es necesidad, nutriente y parte del alma, de todos nosotros.
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V
Para terminar, una adivinanza en tres actos, como algunos chistes antiguos:
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1er acto: Hay algo posible que no es verdadero ni lo será.
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2o acto: De lo posible no puede surgir lo imposible.
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3er acto: No todo lo que fue verdadero es necesario.
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¿Cómo se llama la obra?
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Respuesta: sozop ed rodaicav le ,setnaelC.
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