martes, 23 de noviembre de 2021

No podía.


No podía.

Se esforzaba, pero no podía.

Apilaba legos, pero no lograba construir nada.

Encajaba unas piezas sobre otras, simplemente.

Piezas de lego, por supuesto.

Eso es lo que ocurría.

Nada más, ocurría.

Todo eran pilas de lego, frente a él, pero no lograba construir nada.

A veces, para entender qué sucedía, le entregaban algo armado.

Un robot, por ejemplo.

O una estructura que tenía la forma de una casa.

Entonces, le preguntaban qué era aquello que recibía.

Pero él no respondía.

Y no respondía, por cierto, porque no comprendía.

Todo era, de esta forma, como un pequeño bucle.

Uno estático, aparentemente.

Y es que él, parecía esforzarse, observando, pero lo cierto es que no veía nada.

No reconocía nada.

Ninguna estructura, me refiero.

Y mucho menos un sistema.

Él seguía viendo piezas de lego, simplemente, encajadas unas sobre otras.

Pilas con formas extrañas, por supuesto.

Sin relación nada, según él.

Inertes e irregulares.

Pero era incapaz de reconocer una forma o un patrón, en aquellas construcciones.

Legos amontonados, como decía en un inicio.

Palabras oídas en un idioma extraño y que no sonaban a nada.

Por eso, tal vez, frente a aquellas piezas, él solo pensaba en gritar.

En arrojar esas piezas por todos lados y dejar que los otros siguieran intentando ver en aquello una forma con sentido.

Quería hacerlo, pero no podía.

Mientras tensaba sus músculos se preparaba para hacerlo, pero no podía.

Entonces, escuchó un sonido extraño, como si una pieza hubiese comenzado a desencajarse de otra.

Un sonido que, por cierto, no venía de las piezas que estaban frente a él.

Se alegró por ello.

Se alegró y miró a los otros como si le hubiese sido revelada una comprensión nueva.

Entonces dijo:

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales