sábado, 11 de septiembre de 2021

Otros textos (I)


A veces encuentro textos viejos. Pocos encuentro, porque no los busco. Además, no sé bien qué hacer con ellos, cuando los encuentro. Ni siquiera los leo completos. Observo las primeras palabras, y recuerdo. A veces, evito sensaciones.

Esta vez encuentro unos poco de hace más de veinte años. No lo corrijo a pesar que se notan maltrechos. No los toco, digamos, para que ellos no me toquen a mí. Para que no me reclamen algo.

Dejo uno acá:



Yo sé el nombre de esa mujer.

Yo sé el nombre de esa mujer

Sé más menos donde vive

Y sé también que su única hija

Se fue a vivir con su pareja hace casi seis años


La oí gritarla y amenazarla

Dejarle en claro que no podría después volver a casa

Amontonar las cosas de su hija y esparcirlas por el patio

Explicarle desesperadamente que no tenía edad

Y muchas otras cosas que no vienen al caso

Y todas aquellas palabras salían de su boca

Como ruidosos pájaros que huían en todas direcciones

Tanto así que muchos de sus vecinos

Se asomaron por las ventanas

Y escucharon cada uno de sus argumentos

Y lo que oyeron era similar al grito de una mujer

Cuando le arrebatan su único bolso en medio de la noche


Por lo menos

Esa escena no duró mucho a fin de cuentas

Y los vecinos volvieron a su cena antes de que ésta se enfriara

Y algunos de ellos comentaron que lo que le sucedía a esa mujer

Era simplemente el no saber valerse por sí misma


Además de todo aquello

Yo sé donde trabaja esa mujer

Sé por ejemplo que han cambiado su uniforme

Y que hace un tiempo la dejan llevar falda

Y tan solo ese pequeño hecho

Que hace algunos años le habría causado orgullo

Sé que ha sido, para ella,

Una situación incómoda y extraña


Y es que las piernas de esta mujer

Antaño bellas y atractivas

Son como un fruto que se ha dejado perder

Piel que se ha secado sin recibir caricias

Ni besos, ni mordeduras

Y que hoy ella pretende ocultar

Pidiendo la falda más larga de todas

Como si fuese aquella prenda también una mortaja


Y mientras veo a esta mujer

De pie en la entrada de esa tienda

Vigilando a todos aquellos que le parecen sospechosos

Me gusta pensar que de alguna forma la conozco

Y que sé más de ella que cualquiera

De los que entran a esa tienda


Me gusta entonces observar su postura firme

Su cuerpo grueso y sin gracia tratando de imponer respeto

Sus largos turno de casi doce horas

Pienso en su casa sola y descuidada

En el vacío que la espera al llegar a ella cada noche

La imagino preparando su comida

Planchando su traje azul y sus blusas blancas

Y pienso que en casa aún deben quedar ecos

De gritos y de voces y que ellos

Deben dificultar de alguna forma el sueño de esta mujer

Cuando cambia de posición una y otra vez

Su cabeza sobre la almohada


Debe recordar la mujer en esas noches

Sus primeras peleas con su hija

La vez en que cambió turno y la encontró gimiendo

Sujetando con sus manos sus piernas abiertas

Mientras aquel muchacho introducía primero su lengua

Y luego entraba en ella fuerte y repetidas veces

Hasta que los gemidos se hicieron tan fuertes

Que ella pudo entrar sin que nadie la notase

Hasta el baño de su cuarto

Y pudo desabrochar su pantalón

Y bajar su mano y sus dedos hasta una humedad que creía perdida

Y que desde entonces no dejó de frecuentar

Aún en los momentos más extraños


Por lo demás

Sus compañeras de trabajo

No son amigas a las que se pueda contar

Esta clase de intimidades

Ni sus compañeros gente que pudiese ayudarla

De alguna forma a satisfacerlas


Además, resalta, ella ya pasó hace un tiempo los cincuenta

Y aunque muchos le digan que piense en otras cosas

En verdad no tiene ella mucho más en qué pensar

Y luego de sus compras suele ella demorar el paso

Como si en algún momento la vida pudiera alcanzarla desde atrás

Y le entregara algo

Toma, le diría la vida,

Esto parece que es tuyo

Y le entregaría aquella parte que le corresponde

Eso que le arrebataron alguna vez como un bolso

Y qué no puede identificar en verdad con cosa alguna


Tanto espera esta mujer que algo así la sorprenda

Que no ve a los chicos escondidos tras el poste

En un ángulo extraño del pasaje

Habituados a espiar a esta mujer extraña

Aquella vieja sucia que se sienta todas las tardes en la plaza

Y se mete la mano entre las piernas, comentan

La vieja caliente y muy puta

Y tan decente que parece


Y así es como el grupo va haciéndose cada vez más grande

Hasta que deciden zanjar las cosas de una sola vez

Y tiran a suertes sobre quien será el primero

Una vez que entren a escondidas en casa de la vieja


Después de todo, comentan,

Ella está pidiendo eso a gritos


Y aunque los chicos no lo sepan ciertamente

Tienen sus palabras algo de razón

Solo que eso

A lo que ellos se refieren

Puede ser también algunas otras cosas


¿Sabes el nombre de aquella mujer

que le pasó eso terrible en aquella casa?

Me preguntan entonces


Y yo digo que no supe nunca nada de ella

Y sé, de cierta forma, que esto es verdad.

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