sábado, 18 de septiembre de 2021

El verdadero Peter Parker.


Eran las siete y diez cuando llegó Peter Parker. El verdadero Peter Parker. Venía apurado, corriendo incluso, tratando de ser uno de los primeros en inscribirse para la entrevista.

Yo ya estaba inscrito cuando él llego. Él era el tercero. Antes de ambos había una chica, que debía haber llegado bastante antes de la siete.

Fue entonces que llegó un encargado y luego varios postulantes más. Y claro, el encargado fue anotando nuestros nombres y yo escuché entonces a Peter Parker decir su nombre, y repetirlo incluso un par de veces ya que el encargado de anotar la lista creía que estaba bromeando.

-¿Puede mostrarme su carnet? -le pidieron.

-Claro -dijo Peter, y se lo mostró.

Yo observaba la situación y alcancé a echarle una mirada a la identificación. Era cierto, decía Peter Parker.

-Siempre me pasa lo mismo -comentó, mientras guardaba su carnet y me ofrecía una pastilla de mentolada.

-Gracias -le dije-. Yo tengo un amigo que se llama Bruno Díaz y a veces le pasa lo mismo.

-Sí -dijo él-. Antes me molestaba y hasta pensé en cambiarme el nombre… Ahora no sé… supongo que ahora he madurado y comprendo que yo no soy el que comparte un nombre, sino que soy el verdadero Peter Parker.

-¿El verdadero? -pregunté.

-Claro -explicó-. Soy el Peter Parker que existe realmente. El que nunca fue picado por una araña radioactiva y nunca tuvo un gran poder y, por consiguiente, tampoco una gran responsabilidad…

-Una pequeña responsabilidad para un pequeño poder -comenté.

-Exacto -dijo él-. Por eso me presento a este tipo de trabajos… pocos días, poco dinero… pero concretos, al menos… verdaderos.

-Así es -dije yo, mientras observaba que la fila crecía y oía que llamaban a la chica, que había llegado primero que todos.

Apenas un par de minutos después, el encargado recibió un mensaje y nos comunicó que el puesto de trabajo ya había sido tomado.

Peter Parker no pareció desanimarse y quiso compartir conmigo un par de direcciones, con datos para otros posibles trabajos.

Le agradecí, pero le dije que no era necesario y le deseé lo mejor, en su búsqueda.

Él respondió con cortesía, y se marchó.

Mientras se alejaba, pensé un poco en el asunto ese de la responsabilidad, y decidí mejor volver a mi trabajo.

Todavía estaba a tiempo.

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