martes, 28 de septiembre de 2021

Gestos dedicados a sí misma.


Ella, hacía gestos dedicados a sí misma.

Únicamente dedicados a sí misma.

En principio, sin embargo, no era consciente de aquello, y sentía que estaba en comunión y armonía con el mundo.

Sentía -me refiero-, que se comunicaba con algo más allá de ella.

Algo que en el fondo nunca conoció.

A veces, si la observabas con detenimiento, ella daba la impresión de estar buscando algo ante lo cual arrodillarse.

Un dios al que venerar, digamos.

O un sentimiento al cuál entregar su vida, incluso, aunque esto parezca exagerado.

Y es que no se la entregó a sus hijos ni al trabajo ni a nada que hasta ese entonces hubiese conocido.

Así y todo, me gustaría aclarar no en modo alguno un ataque.

Y por lo mismo, me gustaría descartar que aquello fuese resultado del egoísmo.

Del mismo modo, tampoco era, exactamente, frialdad.

En mi opinión, creo que en el fondo no sabía cómo entregarla, simplemente.

Y era culpable de aquello y lo sabía, pero evitaba reconocerlo abiertamente y solo lo hacía con gestos extraños que nadie más entendía.

Gestos dedicados a sí misma, como decía en un inicio.

Únicamente dedicados a sí misma.

Desconozco por lo mismo, si servían, finalmente, para algo.

De todas formas, perdió su vida como todos.

Gastándola de a poco en gestos inútiles que ella creía la mantenían a flote.

Pero los muertos también flotan, por supuesto.

Y ella lo olvidó y todos lo olvidamos, porque resultaba conveniente.

Igual que olvidamos el significado de los gestos que dedicamos a nosotros mismos.

O preferimos, más bien, olvidarlos.

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