jueves, 5 de diciembre de 2019

Se vende.


En esta oportunidad, en una especie de cajón que estaba bajo la cama de su madre, el niño encontró un cartel que decía “se vende”. Era un cartel rojo, igual al que había visto alguna vez en una casa vieja que estaba cerca de la plaza donde lo llevaban a jugar. El cartel tenía un espacio en blanco en el que se debía escribir algún número telefónico u otro detalle, pero este no había sido escrito, todavía.

Tras sacarlo y ponerlo sobre la cama, el niño comenzó a pensar sobre aquello. Después de todo, no se le ocurría qué era aquello que quería vender su madre. No podía ser la casa pues era de una tía, que los dejaba vivir ahí mientras se hicieran cargo de las cuentas… Además, si fuese la tía la que quisiera vender la casa, ¿dónde se irían ellos?

Buscó entonces otras opciones, pero lo cierto es que no se le ocurría nada. Después de todo, no tenían auto ni grandes cosas en las cuales poder pegar ese cartel. Así, tras descartar una a una sus pertenencias, llegó a la conclusión que no tenían nada importante que vender, salvo a sí mismos. En un principio, la idea le pareció chistosa, pero poco a poco aquello lo angustió. Se imaginó a la madre pegándole el cartel en su espalda mientras iban de compras o a visitar a la abuela. Y pensó también en la posibilidad que su madre se vendiera a sí misma y él se quedara entonces viviendo con un fajo de billetes, que se iría acabando lentamente.

Pasaron los minutos de esa forma y llegó la tarde. Como ya era la hora en que la madre regresaba el niño guardó el cartel en el lugar en que lo había encontrado y calentó rápidamente su almuerzo, que había olvidado tras encontrar el cartel. Comió rápidamente, lavó su plato y fue hasta el living a esperar que llegara su madre. Llevó un libro, incluso, para que ella lo encontrara leyendo, pero lo cierto es que siguió pensando en otras cosas. A medida que pasaban los minutos volvió a considerar la posibilidad en que su madre ya se hubiera vendido o que lo hubieran vendido a él y el comprador fuese a llegar de un momento a otro. Ya estaba oscureciendo cuando se durmió sobre el sillón. Poco después alguien -su madre, probablemente-, comenzó a abrir la puerta.

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