martes, 17 de diciembre de 2019

Entre sueño y sueño, un puente.


I.

Entre sueño y sueño, un puente.

Abandonamos uno para llegar al otro.

Tú estuviste, tal vez, en el que estoy ahora.

Parecemos seguros, mientras avanzamos.

Pero nadie sabe, en realidad, sobre qué se afirma todo esto.


II.

Miento antes: no avanzamos.

Solo ve el puente quien está en el puente.

El pie piensa al pie cuando deja de sentir el suelo.

E inventa así también sus propios pasos.

Soy sincero: no avanzamos por el puente.

Y nadie encuentra a nadie, cuando busca, sobre él.

Podemos quedarnos con eso, o decirlo de esta forma:

Nunca mi sueño será tu sueño.

Y también vale lo contrario.


III.

Entre sueño y sueño, un puente.

Y bajo el puente otro sueño.

No te pertenecen, sin embargo, esos lugares.

Así dicen, al menos, los carteles.

Están puestos a cada extremo del puente.

Antes de abandonarlo, recuerdan que nada puedes llevarte.

Que ese es apenas un sitio de paso.

Que la vida verdadera se encuentra en otro sitio.


IV.

Miento antes: no hay otro sueño, bajo el puente.

Y es que nada sabemos, sobre aquellos que han ido a buscarlo.

Tal vez falta alguien que lo diga claro:

El corazón no debiese desear lo que desea:

Nombrar a dios, comprender el amor, saber por qué se vive…

No te angusties demasiado.

El corazón es un músculo, no hay más.

Y el sol no revelará por qué viene a ti cada mañana.

Grita o agradece, el resultado es el mismo.

Sin saltar, salta del puente.

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