domingo, 29 de diciembre de 2019

Como ocurren las cosas.


Durmió en la cocina porque hacía calor y el piso estaba fresco. Eso fue lo que me dijo. Yo le creí porque el calor no me dejó dormir y entonces su historia me pareció probable. Preparamos desayuno para todos y luego hablamos sobre lo que haríamos durante el día. El resumen era que almorzaríamos fuera y no volveríamos hasta la tarde. Él se iría a una playa cercana, con B. Los niños, F. y yo iríamos a conocer el bosque del que nos habían hablado y nos preocuparíamos de las compras, para el otro día. Le ofrecí conseguir un ventilador, para esa noche, pero me dijo que no sería necesario, que B. no se hacía problemas con el calor y que en el peor de los casos la cocina no estaba tan mal y el piso era fresco. Nos reímos un poco, nada más, según recuerdo. Supongo que culpábamos al otro por no consultar lo del aire acondicionado, pero nada muy serio. No pensé nada extraño. Él desayunó con B. en la terraza y yo le llevé el desayuno a la cama a F. y a los niños. Luego nos duchamos y salimos. Al menos en mi caso cumplí con lo acordado. Cuando salimos ellos todavía no se iban. Fuimos al bosque con y almorzamos fuera. Todo bien, en nuestro caso. Luego, de regreso, pasamos a comprar algo para la noche y el desayuno del otro día. Nunca sospeché nada extraño y supongo que F. y los niños tampoco. Tal vez no había nada qué sospechar, simplemente. Usted puede ordenar la historia de una forma distinta si quiere, pero los elementos serán los mismos, más o menos. Los hechos y el calor, nada más. O el calor y los hechos. No puede culparme de nada, me refiero. Así es como ocurren las cosas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales