lunes, 20 de mayo de 2019

La memoria cada tres días.


Perdía la memoria cada tres días.

El primero era siempre un martirio.

Desorientación, angustia… preguntas durante horas…

Debía aprender quién era y escuchar luego sobre su problema.

Pierdes la memoria cada tres días, le decían.

Esperamos que no vuelva a pasar, pero hasta ahora siempre ha sucedido.

Entonces ella pedía aclarar otras cosas:

Desde cuándo ocurría.

Quiénes estaban con ella.

Eran casi siempre las mismas preguntas.

Yo a veces ayudaba a responder.

Aunque la mayoría de las veces, si soy sincero, comenzaba a verla durante el segundo día.

Estaba un poco más tranquila, los segundos días.

Y casi no había preguntas.

Generalmente la convencía de que fuera al parque.

O que aprovechara el día, más bien.

Algunas veces se negó, diciendo que lo olvidaría de igual forma.

Otras veces lo aceptó y parecía disfrutar de lo que hacía.

Ella no me ponía mucha atención y varias veces me pidió, antes de regresar, probar sabores.

Para ello íbamos a una heladería, que estaba en el sector.

Yo le recomendaba los sabores que le gustaron anteriormente, pero ella siempre pedía otros.

Todos fueron alguna vez sus favoritos, salvo el de pistacho.

Esto lo anotaba siempre el tercer día.

Quería recordar las buenas experiencias, decía.

En eso se pasaba el tercer día, mayormente.

Anotaba sueños, cosas realizadas y hasta nuevos objetivos, que debía cumplir, si no volvía a olvidar.

Lo escribía todo en una libreta naranja, que renovábamos cada vez.

Antes de quedarse dormida lloraba un poquito, pero al menos se dormía con fe.

Nunca anotó mi nombre al tercer día.

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