sábado, 25 de mayo de 2019

Dos graneros.


I.

En uno de los dos graneros lo encontraron colgado.

No supe en cuál. Y no quise preguntar.

Sus problemas eran los de todos, pero supongo que su fuerza era distinta a la nuestra.

No sabría decir, sin embargo, si él era más débil o más fuerte.


II.

Trabajaba en el pueblo desde hacía dos años.

Uno de ellos había sido menos malo que el otro.

Él me lo dijo una vez en que lo ayudé a arreglar un tractor.

Es porque el sol no es el mismo cada año, me dijo esa vez. Pero no entendí.


III.

Intentó explicármelo otro día, mientras bebíamos algo.

Habló de dos soles, según recuerdo, aquella vez.

Algunos pensaban que él estaba loco, pero yo creía que todos lo estábamos.

Cuando lo encontraron colgando, tanto ellos como yo, confirmamos que teníamos razón.


IV.

La noticia de su muerte recorrió en un instante los dos caminos que tenía el pueblo.

Ya la sabíamos todos antes incluso que lo intentaran bajaran de la soga.

Además, habían mandado a llamar a un doctor y a un policía, para comprobar lo sucedido.

Dicen que, mientras tanto, los niños cobraban quinientos pesos por columpiar el cuerpo.


V.

A los dos días de haberlo enterrado volvió a escucharse una noticia en el pueblo.

Habían encontrado un bebé abandonado, en el otro granero.

Tenía seis deditos en una mano y en la otra cuatro, pero el doctor dijo que estaba bien.

Suman diez de igual forma, pensamos todos, mientras íbamos al trabajo.

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