domingo, 12 de mayo de 2019

Un alcancía. Una ranura. Algo cierto.

"Medidme mientras vivo,
después será demasiado tarde"
W. N.


*
Tenía una alcancía, pero no tenía dinero. Fue hace muchos años. No recuerdo siquiera la forma de la alcancía, pero si la ranura por la que debía ingresarse el dinero. De hecho, esa es la forma que adopta hoy en día mi recuerdo. Una ranura, me refiero. Una ranura puesta sobre un cuerpo hermético. No perteneciente al cuerpo, la ranura, sino puesta ahí. Como un pequeño portal que unía dos universos. Un portal no hecho a mi medida, por supuesto. Eso es lo que recuerdo.

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Yo estaba en uno, claro. En uno de esos universos. No tenía acceso directo al otro y como mencionaba antes: no tenía dinero. Por esto la alcancía y la ranura estaban fuera de mi alcance. Inaccesibles si no quería contaminarlos introduciendo algo en la ranura que no fuese dinero. Como un supuesto barco petrolero que derramara tinta china en vez de crudo. ¿A quién le miento si hago eso?, me preguntaba. ¿Qué es lo que contamino?

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Como pasaba el tiempo y yo seguía sin dinero, terminé igualmente pasando otras cosas a través de la ranura. Palos de fósforos, botones, y hasta lentejas, recuerdo. Era extraño porque no sentía que estuviese echando algo en una alcancía, sino que estaba haciendo desaparecer algo, a medida que atravesaba la ranura. Y es que de cierta forma la alcancía seguía vacía, pensaba. Y era cierto.

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Hoy ya no tengo esa alcancía, pero sigo sin dinero. Sin embargo, solo lamento no tener alcancía. Y es que a veces encuentro botones, palos de fósforos y hasta lentejas, y ya no sé qué hacer con ellos. Por otro lado, respecto a la ranura, podría decir que he descubierto alguna otra, pero debido a la forma que tiene, solo pasan palabras, por ella. Estas palabras, por ejemplo. Como un supuesto barco petrolero que derrama tinta china en vez de crudo. ¿Qué es lo que contamino?, me pregunto. ¿A quién le miento si hago esto?

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