martes, 30 de octubre de 2018

Una pastilla verde para el dolor de muelas.


Tomo una pastilla verde para el dolor de muelas.

Una hora después tomo otra.

Así durante seis horas, hasta que comienzo a olvidar cuántas he tomado.

Me confundo.

A veces hasta deliro un poco.

Y es que no duermo cuando tengo dolor de muelas.

De hecho, me es imposible no pensar en que esas muelas quieren salir desde hace años y luego, extrañamente, terminan cediendo.

Por lo mismo, suelo tomarme esto como una batalla personal.

Casi siempre una batalla sin enfrentamientos directos.

De desgaste más bien.

De asedio.

Una vez, sin embargo, recuerdo haber hecho un corte yo mismo e intentar arrancarla.

Fue hace un par de años y el asunto se complicó pues estaba de vacaciones en un lugar aislado donde era imposible tener atención médica.

No dejaba de sangrar y me sentía algo débil, y no logré encontrar una herramienta que me permitiera arrancar la muela de cuajo… aunque de todas formas lo intenté con lo que tuve a mano.

Tuve esa vez una infecci´´on que me duró semanas.

Luego, como siempre, la muela que urgía por salir volvió a retroceder y a darme una tregua.

Aunque claro, hace unos días regresó el ataque.

Ella no me deja dormir y yo combato con las pastillas verdes.

A veces pienso que ni siquiera se trata de una muela.

Me refiero a que la muela es empujada por algo que es, en definitiva, el verdadero rival.

Y ese algo es el mismo que te empuja de a poco hacia la muerte y juega un poco pues sabe que tú aguantas.

Casi siempre aguantas.

Y es que un dolor que genera un cuerpo debiese poder ser tolerado por el propio cuerpo.

Esa es mi lógica.

En una hora u media debo levantarme para ir a trabajar.

Tomo otra pastilla verde y no dejo de sentir el dolor.

Todo debe tener algún sentido.

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