jueves, 18 de octubre de 2018

Sin ojales.


Atrasado, me vestí de prisa para ir a trabajar.

Como no encontré camisa me puse una nueva que me había regalado mi hermano.

Ni siquiera la había planchado, pero al menos se trataba de una camisa limpia.

Me disponía a abrocharla cuando me di cuenta que no tenía ojales para los botones del torso.

La hora avanzaba y ya era seguro que no llegaría a tiempo al trabajo.

Se trataba de una situación un tanto absurda, pero no tenía tiempo para pensar.

Busqué un cuchillo en la cocina y me dispuse a hacer los ojales.

No resultaba algo sencillo, sobre todo porque tenía la camisa puesta y el tiempo seguía, por supuesto, avanzando.

Así, resultó que termine presionando la camisa contra mi cuerpo y hundí el cuchillo para hacer los ojales.

Siete veces hundí el cuchillo.

La sangre manchó de inmediato la camisa, pero al menos había solucionado el asunto.

La corbata había dejado de combinar, pero pensé que era lo de menos.

Tomé mis cosas y salí hacia el trabajo.

Corrí hacia un taxi y le di la dirección.

Creo que le manché el taxi a aquel tipo.

Mareado, bajé del taxi y me dirigí hacia el reloj control.

Solo fueron dos minutos de atraso, me dije.

No recuerdo qué pasó entonces.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales