“Casi cualquier llave…”
Barba Azul
Tenía un amigo que intentaba por todos los medios
dejar de beber. Dejar de beber alcohol, me refiero. Esto, ya que mi amigo buscaba
asentarse, cuidar su trabajo, su relación de pareja y quién sabe qué otras
cosas. El punto aquí, sin embargo, es que mi amigo, como una técnica para dejar
de beber, rompía siempre a la mañana siguiente de su resaca las botellas
retornables de cerveza. Una acción que podría ser considerada como un símbolo,
pero que era en el fondo algo mucho más concreto, pues, debido a la falta de
dinero, se le hacía difícil pagar día tras día por envases que volvía a romper
siempre, a la mañana siguiente.
Ahora bien, esta costumbre, llevó a mi amigo a ir
juntando en su patio un montón de trozos de botellas de cervezas, que barría
siempre hacia un lugar que se fue llenando y alcanzando, poco a poco,
dimensiones descomunales.
Según él, por cierto, el tamaño descomunal que
alcanzaban aquellos trozos podía motivarlo a dejar de tomar en un algún
momento. Cosa que no sucedía, claro.
Pasó así el tiempo y mi amigo, no tuvo más que
reconocer su derrota. Es decir, perdió su trabajo, su relación de pareja y
quién sabe qué otras cosas.
Con todo, siguió su costumbre de romper las
botellas retornables hasta que fue llenando el patio y la altura de los trozos llegaron
entonces a superar la altura de la casa.
Los vecinos llamaron hasta a la tv.
Salió en un noticiario.
Le anularon el contrato de arriendo.
Sus últimos ahorros los gastó en pagar los camiones
para que retiraran los restos de botellas de aquel lugar.
Ahora toma en el sur y me escribe de vez en cuando.
No es probable que vuelva a esta ciudad.
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