martes, 8 de julio de 2014

Wingarden habla de Snoopy.



Leo una carta de Wingarden a su ex esposa, a quien no veía desde hacía ya catorce años. Aparece íntegra en un pequeño estudio que la UNAM ha editado sobre la correspondencia del que fuera, entre muchas otras cosas, uno de sus profesores más prestigiosos. Así, en una sección final donde se encuentran escritos clasificados fuera del ámbito académico, me encuentro con este texto donde Wingarden le habla a su ex pareja sobre el perro Snoopy, del programa animado de tv de Charlie Brown, tras siete años de no tener comunicación con ella. Puede sonar extraño, pero así es justamente como comienza su carta: “Te escribo porque estuve viendo un film de Snoopy, y descubrí que aquel perro es el personaje más sabio que conozco”. Posteriormente, Wingarden recrea una escena de la serie que lo lleva a resaltar la figura de aquel perro, concluyendo que su sabiduría consiste en mantener su distancia y su silencio respecto a aquello que lo rodea. “Quizá no lo entiendas, pero es hermosa esa indiferencia (…) Esa falta no solo de palabras, sino hasta de ladridos (…) Ese perro sabe lo que hace: en vez de enterrar sus huesos él deja lo más valioso a la vista de todos… y de esa misma forma se expone ante todos…”. Sigue entonces Wingarden hablando de colores… de gestos… y hasta de comparaciones que de cierta forma me conmueven: “tiene la sabiduría silenciosa del alfiletero… un ser objeto tendido sobre su casa… ni en el hogar ni en el mundo… sino en sí mismo…”. Por último –entiéndase aquí diciendo que mis palabras son apenas un esbozo-, el autor de la misiva le invita a ver aquella serie y se despide de manera abrupta, sin dar mayor explicación sobre esos años sin comunicación: “Intenta verlo en silencio. Ojalá sola. Quizá hasta te sirva para aprender a estar sola y ser un poco alfiletero (…) cerrar los ojos sobre la casa, ya sabes. Eso te quería decir.” Así termina la carta. Es la última del libro, por cierto. Eso les quería contar.

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