viernes, 18 de julio de 2014

Una costumbre.



Wingarden habla en uno de sus libros acerca de una costumbre presente en, al menos, cuatro pueblos balcánicos. Dicha costumbre se realizaría una vez al año, y consistiría en un extraño rito mortuorio que puede resumirse en las siguientes etapas:

1. Una familia acomodada –por lo general de la nobleza-, se hace cargo del entierro de una muchacha del pueblo, de escasos recursos.

2. Tras hacerse con el cuerpo, los jefes de familia se encargan de la limpieza del cadáver, y lo preparan lo mejor que pueden para realizar el velorio.

3. Se invita a la familia real de la joven para que participen del velorio, aunque estos deben actuar como si se tratara de la hija del matrimonio noble e incluso darles el pésame al momento de saludarlos.

4. El sacerdote, o el encargado religioso de la región, da las oraciones y habla sobre el reino de los cielos. Por último, anuncia que la muchacha será enterrada en el panteón privado de la familia acomodada.

Ahora bien, Wingarden menciona lo anterior preguntándose sobre las motivaciones de estos actos y desarrolla un análisis que apunta a cuestionar la movilidad social de aquellas regiones. Asimismo, desarrolla cierta reflexión respecto a la naturaleza del reino de los cielos.

A este respecto, su comentario apunta a la necesidad de igualarnos en la muerte, y también a hacernos cargo de esa anhelada justicia social, aunque sea en ese último momento.

Luego, ya no vale la pena, concluye.

...

Hoy, casualmente, encuentro imágenes de lo descrito en un libro que habla sobre leyendas tradiciones de la ex Yugoslavia.

Las imágenes son extrañas y perturbadoras.

Paso un dedo sobre ellas, como si fuese braille.

Guardo silencio.


Estoy seguro que Wingarden no siempre dice lo que siente, cuando escribe.

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