“Hay espíritus que enturbian sus aguas
para hacerlas parecer profundas”
F. N.
Era su novela número 118, pero lo cierto es que no
alcanzó a publicarla. Intentó hacerlo varias veces, pero a Kilgore Trout se la
devolvían para que le realizara una corrección tras otra. Por esto, finalmente,
la lista de sus obras se vio reducida a la no despreciable suma de 117.
La obra devuelta, sin embargo, posee un argumento
lo suficientemente atractivo como para referirme a ella al menos un momento. Y
es que de cierta forma, esta obra logra avanzar más allá de la ciencia ficción
y cae en un terreno prácticamente no explotado por otras novelas contemporáneas.
La historia se originaba en la exhumación del
cuerpo de Nietzsche, ocurrida trece años después de su muerte, en Weimar. En
dicha exhumación, que pretendía explorar sus restos para evidenciar
peculiaridades de su cavidad craneal, un médico forense descubre que el bigote
del filósofo permanece intacto, entre los restos del cadáver.
Perplejo ante tal situación, el médico decide
esconder el bigote y llevarlo hasta su casa, donde tiene un pequeño
laboratorio.
En él, descubre que el bigote tiene numerosas
terminaciones nerviosas e incluso posee materia neuronal activa. Así, conmovido
por aquel descubrimiento y perturbado hasta el punto de no diferenciar
claramente entre su imaginación y el mundo real, el médico forense diseña una
serie de receptores de los estímulos enviados por el bigote y logra
transformarlos en señales codificadas… Es decir, logra hacer hablar al bigote
de Nietzsche, que defiende, por cierto, su individualidad y el derecho a ser
considerado un ser separado del filósofo.
Comienza entonces en el libro una serie de escenas
en las cuáles el bigote exige su derecho de conocer el mundo, pero, a raíz de
las dificultades que la falta de sentidos le provoca, es el médico forense
quien debe intentar describirle al bigote cómo es aquello que lo rodea, cómo
son los hombres y los otros seres que habitan el planeta, qué son los astros… y
una serie de preguntas que derivan hacia aquellas que cuestionan el más
profundo sentido de la vida.
Así, a través de ese recorrido, es el propio médico
forense quien va cuestionando su existencia y comienza a acercarse a algo más
similar a la vida que a la muerte, según palabras tomadas del mismo libro y que
aquí reproduzco:
“Se
despertó sobresaltado pues había descubierto que era la primera vez en quince
años que no deseaba abrir un cuerpo, al comenzar el día (...) Se escuchaba la
lluvia caer sobre la calle y entonces pensó que sería bueno salir y mojarse un
poco antes de perder aquella sensación (…) Estaba más cerca de la vida que de
la muerte y eso había que celebrarlo”
...
De esta forma, comparto este primer acercamiento a
la espera que el libro pueda publicarse oficialmente –la fundación Vonnegut ha
liberado la primera versión de esta novela, vía internet-, pero aún no existe
una traducción oficial ni alguien que asegure que la versión mostrada era o no
la obra definitiva realizada por el autor.
Esperaremos atentos a que sea publicado..!
ResponderEliminar=)