miércoles, 9 de julio de 2014

Kilgore Trout y el bigote de Nietzsche.


“Hay espíritus que enturbian sus aguas
para hacerlas parecer profundas”
F. N.


Era su novela número 118, pero lo cierto es que no alcanzó a publicarla. Intentó hacerlo varias veces, pero a Kilgore Trout se la devolvían para que le realizara una corrección tras otra. Por esto, finalmente, la lista de sus obras se vio reducida a la no despreciable suma de 117.

La obra devuelta, sin embargo, posee un argumento lo suficientemente atractivo como para referirme a ella al menos un momento. Y es que de cierta forma, esta obra logra avanzar más allá de la ciencia ficción y cae en un terreno prácticamente no explotado por otras novelas contemporáneas.

La historia se originaba en la exhumación del cuerpo de Nietzsche, ocurrida trece años después de su muerte, en Weimar. En dicha exhumación, que pretendía explorar sus restos para evidenciar peculiaridades de su cavidad craneal, un médico forense descubre que el bigote del filósofo permanece intacto, entre los restos del cadáver.

Perplejo ante tal situación, el médico decide esconder el bigote y llevarlo hasta su casa, donde tiene un pequeño laboratorio.

En él, descubre que el bigote tiene numerosas terminaciones nerviosas e incluso posee materia neuronal activa. Así, conmovido por aquel descubrimiento y perturbado hasta el punto de no diferenciar claramente entre su imaginación y el mundo real, el médico forense diseña una serie de receptores de los estímulos enviados por el bigote y logra transformarlos en señales codificadas… Es decir, logra hacer hablar al bigote de Nietzsche, que defiende, por cierto, su individualidad y el derecho a ser considerado un ser separado del filósofo.

Comienza entonces en el libro una serie de escenas en las cuáles el bigote exige su derecho de conocer el mundo, pero, a raíz de las dificultades que la falta de sentidos le provoca, es el médico forense quien debe intentar describirle al bigote cómo es aquello que lo rodea, cómo son los hombres y los otros seres que habitan el planeta, qué son los astros… y una serie de preguntas que derivan hacia aquellas que cuestionan el más profundo sentido de la vida.

Así, a través de ese recorrido, es el propio médico forense quien va cuestionando su existencia y comienza a acercarse a algo más similar a la vida que a la muerte, según palabras tomadas del mismo libro y que aquí reproduzco:

“Se despertó sobresaltado pues había descubierto que era la primera vez en quince años que no deseaba abrir un cuerpo, al comenzar el día (...) Se escuchaba la lluvia caer sobre la calle y entonces pensó que sería bueno salir y mojarse un poco antes de perder aquella sensación (…) Estaba más cerca de la vida que de la muerte y eso había que celebrarlo”

...


De esta forma, comparto este primer acercamiento a la espera que el libro pueda publicarse oficialmente –la fundación Vonnegut ha liberado la primera versión de esta novela, vía internet-, pero aún no existe una traducción oficial ni alguien que asegure que la versión mostrada era o no la obra definitiva realizada por el autor.

1 comentario:

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales