Una chica que trabajaba en McDonalds ideó un plan
que creyó fantástico.
Dicho plan consistía en cambiar los juguetes de las
cajitas felices por esos pequeños proyectos que intentan hacer crecer un poroto
depositado entre algodones.
Para esto, compró una gran cantidad de pequeños
vasos de colores y ella misma plantó los porotos e hizo que salieran los
primeros brotes.
Luego, tras ofrecerse para cerrar un turno, se dedicó
a cambiar los juguetes recién llegados por los vasos con los brotes y un
gotario, para que los niños, pensaba, regasen con cuidado.
A la mañana siguiente, aprovechando que el
encargado de local no llegaba hasta cerca de la hora de cierre, todo se
desarrolló según lo previsto.
Y claro… los niños abrieron las cajas y encontraron
los brotes.
Primero hubo sorpresa, luego los dejaron a un lado,
luego comieron sus hamburguesas y untaron en kétchup sus papas fritas.
Algunos regaron sus plantas con coca cola.
Otros alegaban a sus madres porque no crecían
nunca.
Otros, incluso, alegaron inmediatamente a los vendedores, exigiendo
un cambio.
Así, la chica que trabajaba en McDonalds –y que
estudiaba para ser parvularia-, debió admitir su fracaso.
De hecho, renunció a su trabajo poco antes de la
llegada del supervisor.
Mientras se iba del local, incluso, vio los basureros
cercanos llenos aquello que había sido su proyecto.
Desconozco si habrá terminado o no, su carrera de
parvularia.
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