viernes, 4 de julio de 2014

Formas de tocar el timbre.


Era común que los chicos jugaran a eso… A tocar el timbre y salir arrancado, me refiero. Elegías la casa, te fijabas que no hubiese nadie cerca y apretabas el timbre. Y claro, salías arrancando. Pues bien… no sé bien cómo surgió, pero recuerdo que en nuestro caso hicimos algunas variantes a ese juego. La más notoria era que, si bien tocábamos el timbre, no arrancábamos del lugar, sino que esperábamos a un lado de la casa hasta que saliera alguien desde ella. Entonces, fingíamos haber visto a alguien salir corriendo, y se lo decíamos a la persona que hubiese aparecido. “Fue un chico bajito, apretó el timbre y salió corriendo hacia allá… acaba de doblar, en la esquina…”. Cosas de ese estilo, decíamos. En mi caso particular, incluso, recuerdo que agregué, inconscientemente, una última variante. Me lo dijeron con el tiempo, cuando mis compañeros se fijaban en las descripciones que yo daba y descubrieron que estaba hablando de mí mismo. “Describiste tu ropa, hueón… y hasta tu actitud”. Fue entonces que me hice consciente de las descripciones que decía y debí aceptar que era cierto. Es decir, yo confesaba, de cierta forma, haber tocado el timbre y luego haber salido corriendo. Decía que no estaba ahí, en definitiva, y apuntaba hacia un sitio donde supuestamente seguía corriendo, arrancando del lugar. Fue así que, ante las molestias de mis amigos, intenté hacerlo de otra forma. Describir a alguien notablemente distinto, me refiero. Pero lo cierto es que no podía. Es extraño decirlo, pero si lo hacía de esa forma, sentía que mentía, y se me notaba demasiado... Cómo sea, nunca nos descubrieron, en aquel juego, y no creo que hayamos hecho daño a nadie, finalmente. Juegos de niños, supongo. Nada más.

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