lunes, 7 de julio de 2014

La naranja.



Estuve todo un sueño viendo cómo crecía una naranja.

En el sueño, estaba sentado sobre pasto, junto al naranjo.

Se hacía de noche, cambiaba el clima… y yo seguía observando cómo crecía la naranja.

No era en cámara rápida; no era un sueño demasiado extenso…

Era más bien como algo fuera del tiempo…

Anterior incluso, si se quiere.

Igual que la formación de un astro.

O como el comienzo del latido en el más pequeño de los corazones.

Eso observaba yo, en mi sueño, sentado sobre el pasto.

Caía lluvia, incluso, mientras observaba…

Pequeñas gotas sobre la naranja... y sobre todo… 

Recuerdo también que un pájaro llegaba cada cierto tiempo, y se escondía en el naranjo.

El sol también llegaba, en otros instantes.

Todo mientras observaba la naranja.

El color del fruto era brillante, al igual que el de las hojas, hacia el final del sueño.

Todo concluía entonces, una mañana, mientras llegaba una luz suave.

Como si hubiese estado yo presente en una gestación… y hasta en un parto.

Y es que la naranja estaba viva, sentía yo, en el sueño.

Recién viva, pensaba… como un universo recién creado.

Perfecta. Redonda. Brillante.

Con el tamaño exacto para la palma de mi mano...

Desperté con el aroma y con una sensación agradable.

Tranquilo.

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