“Muchas cosas buenas son posibles en ocasiones,
pudiendo un hombre escoger cuál de ellas
hará
sin necesariamente estar comprometido
con ninguna de ellas”
Plutarco.
Tomo al azar un libro.
Saco una polera, al azar.
Me ducho en la mañana o en la noche, indistintamente.
Tomo agua desde un vaso, o en mis propias manos.
Puede ser un día de calor o de frío.
Elijo al azar la primera y última palabra de cada escrito.
Poco más.
Otras cosas caen con el peso del día.
Como si fueran frutos.
Usted puede recogerlos.
Y puede no hacerlo, por supuesto.
Otras veces.
Otras veces el día carga su peso de otro modo.
Y no entendemos bien, aquel peso.
A veces duele la cabeza, esos
días.
A veces no nos percatamos de aquello.
No es terrible.
Avanzar medio paso.
Respirar hondo.
Mojarse el rostro una, dos y hasta tres veces.
Puedes buscar.
La sonrisa de Vonnegut.
Una foto antigua.
La voz de alguien que amas.
No siempre es azar.
El gato que llega hasta tu casa.
Las personas que pasan por tu lado.
El aroma que brota de la tierra.
¿Qué más?
Escuchar a Brel, tal vez.
Ir a la montaña.
Abrazar a tu hijo.
Ordenar la biblioteca.
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