“No hay necesidad de pertenecer a ninguna cosa,
ni de ser alguien”.
Juan Emar.
Descubrieron en mi trabajo que firmo con otra
firma.
Es decir, como nadie se fija, y yo la cambié en el
registro civil, nunca hubo problemas.
Eso se traduce en liquidaciones de sueldo de hace
cuatro años, aproximadamente, firmadas de otra forma.
Parece que tiene cierta gravedad.
Así, ante el llamado de gerencia para tratar el
asunto existían dos caminos.
A) Decir que olvidé el cambio de firma pues había
utilizado la otra por años y nunca lo recordé.
B) Intentar explicar que mi firma en las liquidaciones
es algo que me nace hacer, como signo de libertad, y de separar mi trabajo del
dinero que recibo por hacerlo, entre otras cosas.
Analicé la situación y determiné un par y medio de
cosas.
1. A pesar de lo absurdo de la primera alternativa
sé que es algo que creerán fácilmente, pues mi historial de despistes es alto y
además, siendo profesor, constantemente estamos utilizando firmas alternativas
para revisiones rápidas u otros fines.
2. Los problemas legales los complican más a ellos
que a mí, pues fueron ellos, en definitiva, quienes aceptaron mi firma al
momento de habilitar el pago.
3. Intentar desarrollar mi explicación sobre el
punto B probablemente resultaría complejo, pudiendo incluso derivarse en
opciones de tratamiento psicológico que busquen interpretar mis constantes
desafiliaciones a diversos sistemas y/o instituciones con las que forzosamente,
por momentos, me veo involucrado.
Con todo, repaso en mi mente mil discursos para
validar el punto B, emocionándome incluso cuando señalo argumentos en los que
creo profundamente y que, más allá de los actos que uno sigue realizando casi
de forma automática, había olvidado.
En resumen, después de airear un poco mis raíces y
buscar la solución más sensata, creo que llegué a una posible solución que
nadie podría reprochar (salvo yo).
Iré mañana y comunicaré la razón A, para solucionar
con mi empleador el problema de forma rápida y eficiente.
Luego, iré al registro civil y sacaré un nuevo
carnet de identidad cambiando la firma, para no sentirme atado a la hoja esa
llena de números, cuando me toque firmar nuevamente.
Estoy prácticamente sobrio y doy fe que esa es la
decisión más racional y sensata que estoy en condiciones de tomar.
Me siento cobarde, es cierto, pero creo que hoy le
he dado cabida a mi sentido común, que tenía casi olvidado.
No soy un héroe, lo admito.
De todas formas, Álvaro Yáñez Bianchi, tampoco lo era.
haha :)
ResponderEliminarJuan Emar no tenía necesidad de ser héroe ;)
ResponderEliminarAlvarito sí... el superhéroe J.E.
ResponderEliminarEl artista pertenerce a una patria desconocida y ojala así sea.
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