viernes, 7 de febrero de 2014

¿Llora usted?

“Toda el agua del mar no basta para lavar
una mancha de sangre intelectual”



-¿Llora usted?

-¿Cómo?

-Le pregunto si llora.

-Pue sí, lloro… supongo que tengo derecho...

-Todo el mundo tiene derecho a todo. Ese no es el punto.

-¿Y cuál es, entonces?

-El deber… ¿acaso no ha escuchado el dicho?

-¿Cuál?

-Que todo derecho conlleva un deber.

-¿Y cuál sería el deber en este caso, según usted?

-No llorar, por supuesto. O más bien, dejar de hacerlo.

-Siempre se deja de llorar.

-Pero eso no quita que sea un deber.

-Luego de ejercer el derecho.

-Juega usted con palabras... No me toma en serio.

-Usted empezó.

-Yo solo le preguntaba si lloraba…

-Pues con eso basta… ¿acaso el molestó eso?

-¿Que usted llorara?

-Claro.

-Pues no, no especialmente.

-¿Especialmente…? Entonces sí le molestó.

-Me molesta un poco, inevitablemente, como todas las acciones.

-¿Le molestan a usted las acciones?

-Sí. Eso fue lo que dije.

-Pero las acciones son necesarias…

-Por favor, no defienda ese punto… además me refiero solo a ciertas acciones… las que encierran atrás una historia.

-¿Llorar, por ejemplo?

-Claro… llorar es una acción que se realiza a parir de otra secuencia de acciones…

-¿Y eso qué tiene de malo?

-Es malo porque esas acciones suelen restar valor al mundo.

-¿Cómo…?

-Me refiero a que el mundo cuenta aún sin historias. En sí mismo.

-¿Y?

-Pues ocurre que llegan las acciones y le restan valor al mundo… Así de simple, ya se lo dije: el verbo opaca al mundo… busca ser el centro, ya sabe… el núcleo de la oración…

-Habla usted incongruencias.

-No son incongruencias… piense en el teatro, por ejemplo: el escenario es hermoso hasta que comienzan las acciones.

-No deja de ser hermoso por eso.

-Pero dejamos de notar que es hermoso, que es lo mismo.

-¿Por qué es lo mismo?

-Porque es hermoso para nosotros… o para los espectadores si usted quiere.

-Habla usted del teatro, no del mundo.

-Pues le aseguro que usted también ha de llorar por el teatro a fin de cuentas.

-Usted no puede saber eso.

-No, no puedo saberlo. Es cierto. Pero no creo que llorase usted por el mundo.

-¿Y si fuese así?

-No. No era así. Ahora estoy seguro.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores

Archivo del blog

Datos personales