“El hombre cuya esperanza no se agota
corre siempre como un loco”
-Aunque a nadie le guste admitirlo son formas de
hacer el bien –me dijo-. Extrañas formas si usted quiere, pero el bien, como
resultado final, es incuestionable.
-¿De qué bien está hablando? –pregunté.
-De que he querido hacer –señaló-. Verá… primero busqué
a qué sector ayudar y luego apliqué una premisa…
-No lo entiendo.
-Ya me explicaré… Pues bien, ante todo me dije que
debía ayudar a los pobres y luego apliqué la premisa de que siempre hay dos
opciones, incluso para la pobreza…
-Sigo sin entenderlo…
-Ser pobres es carecer de algo, Vian… o de muchas
cosas… Ahora bien, yo solo soy comerciante, por lo tanto puedo avocarme a
cierto tipo de carencias… o a cumplir deseos, quizá… y bueno, decidí hacer
joyas para los pobres.
-¿Joyas?
-Sí, joyas. Puede sonar superficial, lo sé… pero es
un anhelo válido…
-No lo estoy juzgando.
-Mejor. Así no complicamos las cosas. El punto es
que ante la necesidad de esas joyas yo me plantee dos opciones: la primera,
hacer joyas pequeñitas, para que pudiesen comprarlas… bueno ínfimas realmente… o
de ofrecerles grandes joyas de fantasía…
-¿No pensó usted en regalar…?
-No. Soy comerciante, ya le dije. Me limito a poner
los productos que necesitan al alcance de su poder adquisitivo.
-Mmm…
-Cómo sea… el asunto es que fue en ese instante que
me enfrenté a esas dos posibilidades: algo verdadero e ínfimo o algo falso,
pero abundante… ¿qué habría hecho usted, Vian…?
-Yo no soy comerciante.
-Es cierto. No lo es. Y como yo lo soy decidí analizar
directamente las preferencias de los consumidores… ¿sabe qué eligieron?
-No.
-Pues las eligieron falsas. Falsas, pero
abundantes.
-No entiendo por qué me cuenta esto.
-Por varias razones, Vian. Por varias, pero ante
todo porque quiero que usted haga esos traspasos de palabras que le gusta hacer…
esos juegos…
-No lo entiendo.
-Piense en la verdad, Vian… ¿es uno de sus temas,
no? Piense en la verdad como esas joyas… ¿No lo ve…? Deja de ser un derecho
cuando renunciamos a ella, cuando preferimos otra cosa…
-De acuerdo… si quiere le doy la razón… pero sigo
sin entender a qué viene todo esto.
-Quiero que me compre joyas, Vian. Joyas para los
pobres.
-¿Joyas falsas?
-Exacto. Usted también es pobre, Vian…
-No discuto eso, pero no soy pobre de joyas… es
decir, no deseo joyas…
-Pues yo tengo las joyas que usted desea, aunque no
lo sepa.
-¿De qué está hablando?
-De esa joya que puede ayudarlo a entender que
todas las verdades son relativas… que lo único que tiene posibilidad de ser
absoluto es falso… Pues bien, yo le vengo a vender ese absoluto… esa joya para
que se aferre en los momentos difíciles… ¿qué me dice?
-Le digo que se meta esa joya absoluta por el culo,
señor. Yo fabrico mis propias joyas, si es que entiendo a lo que se refiere…
-Pero…
-¡En el culo…! Ya le dije.
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