Encuentro la máquina en una casa abandonada, en el Cajón
del Maipo.
Una mujer está junto a ella y un hombre está a unos
metros, sentado tras un escritorio.
La escena es extraña pues sucede a la intemperie,
en el patio de una casona vieja.
Y claro, es entonces cuando escucho la frase que
aparece en el título:
No sé qué
pasa jefe, la máquina no quiere decírnoslo.
La escucho fuera de contexto, medio borracho y en
una situación casi irreal, en la madrugada, en un sitio extraño.
La frase me alegra y por un momento percibo
inocencia, en la situación, hasta que el hombre y la mujer descubren mi presencia
y me miran en un mismo instante.
Ambos tienen las caras pintadas con un polvo blanco
y la mujer tiene los ojos delineados de una forma extraña.
Es entonces cuando la sensación cambia por completo
y me asusto de una forma que no podría describir.
Cierro los ojos.
Es una protección infantil, pero cierro los ojos y
me acurruco junto a una muralla.
Mi corazón late a toda prisa y yo intento contar,
para calmarme.
Momentos después abrí los ojos y vi que no había
nadie en el lugar.
Posiblemente la pareja se había retirado, pero
estaban ahí el escritorio y la máquina.
La máquina era similar a una máquina de escribir,
aunque no podría especificar de forma clara su apariencia.
Quise llevarla conmigo, pero era demasiado pesada.
Unos policías me encontraron en el lugar y tras
hacerme unas preguntas me trajeron hasta mi casa.
Nos tomamos unos tragos y dijeron que me
olvidara del asunto.
Luego se fueron y me puse a escribir.
Todo es verdad, pero no lo parece.
Siempre es así, con la verdad.
Que buen cierre!
ResponderEliminarGracias...
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