martes, 24 de septiembre de 2013

Resulta extraño no dormir.



Resulta extraño no dormir.

Escribo inconexo, por ejemplo, y hablo raro.

No al primer día, no al segundo… pero ya vamos al tercero.

Además, siento que me alejo demasiado de mí y eso no me agrada.

Hoy me vi en otro sitio, incluso, y no me reconocí.

Ahora mismo, a mi lado, estoy tendido, descansando para despertarme en unas horas.

¡Qué inoportuno…!

Sospecho que el monstruo que esconde siempre uno de mis calcetines tiene algo que ver en el asunto.

Por lo mismo, deshago la cama y vuelvo a tenderla para ahuyentar al monstruo y conciliar el sueño.

Y es que oí a alguien decir que tender la cama era bueno para inducir el sueño.

Así, saco de encima los libros, las pruebas, los discos… y me concentro en dejar perfectamente estiradas las sábanas y cada una de las ropas.

Eso es lo que hecho, durante estos días, al menos un par de veces.

Con todo, supongo que donde dormimos finalmente es en nosotros mismos.

Ese es el lugar fijo, me refiero.

Por lo mismo, esa es la cama que debiésemos tender.

Lamentablemente –y mi caso no es la excepción-, esa cama suele estar deshecha y no permite descansar muy bien.

Eso es lo que resulta extraño.

Eso y no dormir, por supuesto.

¡Qué inoportuno!

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